jueves, julio 26, 2012

Atienza, una pasión de Ochaíta

ATIENZA, UNA PASION DE OCHAITA.

Por Tomás Gismera Velasco.

De haber podido elegir en su momento, Jose Antonio Ochaita, el poeta de Jadraque y de toda la Alcarria, lo hubiese tenido difícil. Jadraque, Atienza, Brihuega y Pastrana, hubiesen estado en el dilema de ser la pequeña patria del nacimiento de nuestro poeta.

Nació en Jadraque y fué Atienza su segunda residencia, por el cariño y el aprecio que siempre sintió hacía sus vetustas y ajadas piedras, que por ser ruina de tiempos de historia y de leyenda guerrera atraen con fuerza a los poetas.

A Atienza cantó Ochaita, como antes lo hiciese Gerardo Diego, que por cierto, dedicó su poema al "tio Confitero", al Tomás Gómez, institución poética en Atienza, como poético fué el nombre de su establecimiento, "La Azucena", un 27 de septiembre de 1927.

Tomás Gómez, con pasión y ser de poesía murió un invierno frío y blanco de 1963, el 23 de enero, y fué leyenda, institución y libro abierto de la historia de Atienza; y aquél poema que Gerrardo Diego con su letra le entregase, lo guardó como oro en paño para mostrarlo, como carta credencial a otros poetas.

Yo, que apenas le recuerdo entonando la Salve un Viernes de Dolores, conservo copia del poema, me lo regaló otro ilustre hijo de Atienza, y como yo, de nuestra patrona, La Virgen de los Dolores, y lo he visto también en manos de Jose Antonio Ochaita, el poeta de Atienza y de Jadraque, para quien Tomás Gómez era "la institución juglaresca de Atienza".

Era Atienza, por aquellos años del final de los cincuenta y antes aún, centro de reserva de historia, arte y poesía, lo sigue siendo, pero ya más maquinada, no con el embrujo de ir descubriendo la leyenda.

Para Ochaita incluso, tras la muerte de don Julio de la Llana y de Tomás Gómez, "Atienza ya no sería lo mismo".

Pero quedaban la historia, la leyenda y el permanente embrujo de sus calles, templos y caserones de rancio abolengo, que fué desgranando con esa prosa barroca, como la ornamentación de las iglesias de Atienza, en lo que para Ochaita eran "Las Glosas de la Alcarreña Eternidad".

Seis relumbres tenía Atienza, "como diamantes para sortija muy galana, puesta en dedo femenino y real". La contemplación panorámica; la Caballada; las iglesias; las Sibilas; la Peña de la Bandera, y "Atienza, toda entera, con su ayer, con su hoy , con su mañana...".

Si algo había entonces en Atienza capaz de embrujar al poeta, ese algo fué la Caballada, por la que se sintió atraido hasta lo más profundo de su ser, más aún desde que la Cofradía admitió en su seno a dos de sus mejores amigos, Francisco Layna Serrano y Julio de la Llana Hernández; y por verla y tomar parte, siquiera desde la barrera, acudió a Atienza por ver el tremolar de la bandera, en cuantas ocasiones le fué propicio; unas veces en solitario, y las demás en buena compañía, la de Francisco Cortijo Ayuso, el médico cronista de Pastrana; Mariano Ormad, su amigo y alcalde del Jadraque natal, y tantos otros cuyos nombres harían interminable la lista; y cuando no con éstos, subía al autobús excursionero de paso por Jadraque para arribar a la plaza del Trigo atencina y fundirse en un abrazo con el cura poeta Julio de la Llana, con Tomás Gómez a las puertas de la "Azucena"; el Tomás Gómez hacedor de leyendas; o el propio alcalde de la villa, Julián Ortega, "bien parlado y bien vestido, que el alcalde se sabe a su Atienza con una elegancia universitaria".

Pero más que en verso, el recuerdo de Ochaita hacía Atienza es en prosa, sencilla y erudita, a través de unos cuantos renglones que son parte ya de la historia literaria de nuestra Guadalajara. Pentecostés, las Santas Espinas, los Cristos barrocos, el Catillo... desfilan por su obra como un desfile procesional que conduzca a las entrrañas de la historia, " en una de las Villas más propicias a la autenticidad del prodigio, a la custodia de lo sobrenatural, porque Atienza es el más puro cogollo del jardín ancestral de las Españas".

Y siempre, junto al recuerdo de su paso enamorado, quedará aquella "gota de miel" en forma de madrigal:

La primera gota de miel,

para Atienza, la cidiana,

-Moza...Ximena...Isabel-

que llevas sobre la piel

olor de cumbre serrana.

Altiva...Casta...Galana,

talle de retama en flor.

Novia para el trovador

de Atienza de los juglares....

La villa levanta altares

a tu primor medieval,

y porque oigas en caudal

la canción enamorada,

cien mozos, en Caballada,

te rondan un madrigal...