viernes, enero 03, 2014

JOSÉ ANGEL LAGUNA HA MUERTO Y…


Fue una de esas noticias que no por esperadas dejan de sorprender. ¡Maldito cáncer! Me llamó unos días antes, para felicitar la Navidad, desde el hospital, a donde había acudido no a lo de la quimio o la radio, sino a que le curasen el último resfriado, mientras Sigüenza se preparaba para hacer sonar las zambombas…
 
Claro, para quienes no lo han conocido la muerte de José Angel Laguna Rubio ha pasado y pasará desapercibida. También de alguna manera ha pasado desapercibida para Sigüenza, y para Guadalajara. Es lo que en ocasiones, demasiadas, suele suceder con esas personas que no van por la vida haciendo sonar la pandereta.
José Angel era uno de esos investigadores de raza, de los que se meten en un archivo y no salen de él hasta que alguien dice que hay que cerrar la puerta. Sucedía que José Angel tenía en el Archivo Diocesano de Sigüenza carta blanca de días y de horas, y así pasa, que entregó sus días y horas de descanso a despiezar y buscar y ordenar y archivar… en el Diocesano. Para poner sus investigaciones en manos de los amigos.

 No fue uno de esos personajes que se dedican a dar charlas o conferencias o a salir en la prensa. Pero José Angel era una referencia para la historia de Sigüenza, y de la comarca de Sigüenza, y rara era la persona que, investigando sobre Sigüenza, o sobre la comarca de Sigüenza, al final no recurría a él. Sus colaboraciones en el desaparecido Afilador fueron constantes, como en Cuadernos de Etnografía de Guadalajara. Tuve la suerte de contar con su pluma en Atienza de los Juglares, y en Arriaca, y fue el impresor de mis tres últimos libros. Hace un par de meses, cuando ya el dichoso cáncer amenazaba más de la cuenta me pidió una página para dejar constancia de su último trabajo. Algo que había encontrado sobre Santa Librada…
Para quienes no lo hayan conocido su nombre puede no decirles nada. José Angel era un impresor de raza, de herencia, de esos que miman el papel y la letra desde los tiempos en los que Sigüenza era cuna periodística. Sus archivos sobre prensa seguntina son inmensos, sus litografías, sus fotos, sus postales, sus libros de primera edición… ¡Joyas de la historia escrita de Sigüenza!
Era un amante de los libros viejos. Lo aprendió de Sinforiano García Sanz, del que guardaba un montón de cartas y de recuerdos. De esos que se encuentran entre los viejos mostradores de las librerías de viejo, hechos añicos, pero que luego él mimaba hasta convertirlos en obras maestras que meter en el bolsillo. Hace unos meses, cuando me mostró lo que había conseguido con un viejo libro atencino escrito a comienzos del XIX se le iluminaban los ojos… Y rebuscaba entre los puestos del Rastro y de la Plaza Mayor y de las ferias de libros entre lo viejo, en busca de postales de Sigüenza, de Atienza…
La Guerra de la Independencia en la comarca seguntina no tenía secretos para él. A ello dedicaba los últimos tiempos, después de pasar por Baltasar Carrillo y Argumosa Bourke y la historia de la imprenta en Guadalajara y del papel en Sigüenza, y…
No llegó a escribir ningún gran libro, de esos que pasan a formar parte de la historia. Pero estaba detrás de muchos de los grandes libros que han pasado a formar parte de la historia de la Guadalajara de los últimos años.
Hoy lo quiero recordar. José Angel Laguna, el impresor, el articulista, el investigador silencioso, el coleccionista, el amigo… Su muerte ha pasado desapercibida, probablemente, mientras en Sigüenza se escuchaba el rasgar de las zambombas eran pocos los que escuchaban el sonido de la campana que acompañaba los restos de José Angel Laguna al cementerio.
Eran vísperas de Navidad y las gentes cantaban villancicos, y la muerte se presentó de improviso… José Angel era un hombre joven todavía; soñador todavía; con mucho por hacer todavía… ¡Maldito cáncer!
Tomás Gismera Velasco