AQUELLAS CABALLADAS
Por
Tomás Gismera Velasco
La primera Caballada que me viene a la
memoria, debía por ello contar con muy pocos años de edad, es la que sirvió el
tío Ricardo de la Vega, en su casa de la calle Real, y barrio de San Gil. La
segunda vez que servía el cargo, pues ya lo desempeñó en 1935. En esta ocasión
de la que hago memoria lo hacía en sustitución del Priostre correspondiente,
fallecido antes de servir la vara.
Debía yo contar con la saludable edad de
cinco o seis años. El tío Ricardo, como todos aquellos personajes que conocimos
niños, era ya un hombre mayor en edad, aunque de menguada talla. El prototipo
de hombre atencino, como aseveraba el historiador Layna Serrano.
TODO LO QUE QUIERAS CONOCER EN TORNO A LA CABALLADA LO TIENES AQUI, EN CRÓNICAS DE LA CABALLADA DE ATIENZA, PULSANDO AQUI
Por eso decía antes que La Caballada es
sentimiento, y mucho más cuando a la vuelta de la ermita, ante las peñas de la
Bandera, nos descubrimos para rezar por aquellos que se nos fueron. Y todos los
años se nos marcha alguien sentido.
Pero La Caballada es, por encima de todas
esas cosas, recuerdo, vivencia y sentimiento de tiempos de infancia, y luego
mozos, que nos llevan a ser, y sentir pasión por lo nuestro. En este caso, la
historia de Atienza.