GASPAR CASAL
Tomás
Gismera Velasco
A Gaspar Casal, durante muchos años, se
le tuvo como natural de Atienza, y si no de la propia villa, de alguno de los
pueblos aledaños: “No sabemos ciertamente el lugar de su nacimiento, aunque si
que fue castellano”. Era la afirmación
de Angel Campos en el número 1 de Atienza Ilustrada, que dedicaba un artículo a
glosar la figura del ilustre médico.
En el mismo número de la revista, publicada
en 1898, se da cuenta de que otros autores lo tienen por nacido en Oviedo. El
Cronista provincial Juan Catalina García López lo supone natural de la
provincia, sin precisar población; Juan Diges Antón y Manuel Sagredo, en su
“Biografía de hijos ilustres de la provincia”, lo suponen natural de la capital
provincial, Guadalajara, y Angel Campos, autor del artículo, concluye:
“Sin embargo, la circunstancia de que ya
médico pasó a vivir al lugar llamado Somolinos, distante dos leguas de la villa
de Atienza en donde residió durante seis años, hacen presumir que dicha villa
de Somolinos, cuando no en el mismo Atienza, dan la patria de tan exclarecido
varón, pues es lógico que terminados sus estudios, y estos pudieron serlo en la
Universidad de Alcalá de Henares, pasara a ejercer el sacerdocio de la ciencia
a su tierra natal, iniciándose en el ejercicio de la medicina allá donde existieran sus padres y sus amigos”.
José María López Piñero, en la Revista
Española de Salud Pública (Madrid, julio-agosto 2006), al igual que otros
autores, nos dice: Gaspar Casal Julián pasó su infancia en la localidad soriana
de Utrilla, de donde procedía su madre y a la que se trasladó su familia antes
de 1686. Continuó residiendo después, hasta 1713, en la zona del obispado de
Sigüenza comprendida entre Utrilla, Atienza y la propia Sigüenza. En el prólogo
de su Historia Natural y Médica del Principado de Asturias, Casal destaca que
desde 1706 a 1712 trabajó en estrecha colaboración con el boticario Juan Manuel
Rodríguez de Luna, quien entonces vivía en Atienza y antes había estado largo
tiempo en Roma al servicio del papa Inocencio XI. Lo llama «el más excelente
naturalista, botánico y químico de cuantos conocí en mi vida» y lo considera su
principal maestro en estas materias, subrayando que «trabajé tanto por
adelantar como él trabajó los años que estuvo en Roma... deseo que ninguno
juzgue que me meto a tratar de las cosas físicas, sin noticia ni estudio de
ellas». En otros lugares de su libro trata del clima, la historia natural y la
sanidad de la zona citada y de la vecina parte del ducado de Medinaceli, donde
están situados Finilla del Olmo, Barahona y Romanillos. También se ocupa de
algunas fábricas que por allí estaban situadas, como la salitrería que el duque
del Infantado tenía en Somolinos, junto a Atienza. Todos estos testimonios han
sido aducidos como pruebas de que Casal ejerció ya como médico en la zona en
cuestión antes de 1713, cosa que en absoluto permiten afirmar los textos. Quizá
trabajó entonces allí como cirujano o como ayudante de boticario, aunque lo
único seguro es que, en septiembre de dicho año, recibió el grado de bachiller
en la Universidad de Sigüenza y que, poco después, se graduó en medicina en una
institución que desconocemos. Lo más probable es que lo hiciera en la misma
Universidad de Sigüenza, donde cuarenta años más tarde obtendría el grado de
bachiller de medicina su hijo Benito Ignacio. Al final de su vida, Gaspar Casal
se seguía considerando seguntino y cuando dictó testamento manifestó que «era
natural de Utrilla, diócesis de Sigüenza». Desde 1713 a 1717 residió en Madrid,
llegando a asistir como médico a personajes de cierto relieve. Sin embargo,
afirmó más tarde: «me probó tan mal su seco temperamento (muy frío en invierno
y caliente en el verano) que, conociendo el riesgo con que me amenazaba, me vi
precisado a dejarlo y marchar para Asturias el verano de 1717». En Oviedo
residió durante treinta y cuatro años. Tras recibir la ayuda del duque del
Parque, fue nombrado en 1720 médico municipal, cargo que ocupó hasta ser
designado en 1729 médico del cabildo. A partir de estas fechas tuvo una gran
fama profesional, que desbordó la capital y se extendió a todo el Principado,
por cuyo territorio realizó varios viajes, efectuando también algunos por
Galicia. En Oviedo cultivó la amistad de Benito Jerónimo Feijoo, quien se
encontraba entonces en la cumbre de de su prestigio e influencia. Durante las
veladas en la celda del benedictino Casal pudo conocer publicaciones nuevas,
intercambiar ideas y planificar experiencias. Por otro lado, Feijoo pesó en su
adscripción a la mentalidad que consideraba la experiencia como criterio
científico básico. En 1751 volvió a Madrid, tras haber sido nombrado médico de
cámara supernumerario de Fernando VI, casi al mismo tiempo que Andrés Piquer.
Igual que éste, entró a formar parte del Tribunal del Protomedicato en 1752,
año durante el que también fue designado miembro de la Real Academia
Médico-Matritense.
Que fue un ilustre médico no queda la menor
duda, tampoco que tuvo una importante relación con Atienza, a pesar de que
naciese en Gerona, el 31 de diciembre de 1860, hijo legítimo de don Federico
Xacón Casal, Alférez de Caballería y de su esposa Magdalena, conforme recoge su
partida de nacimiento, descubierta en 1936.
Escribió una única obra antes de morir, que
ha traspasado la barrera del tiempo: “Historia natural y médica del principado
de Asturias”.
Falleció en Madrid, el 10 de agosto de 1759,
a los ochenta años de edad.