GASPAR DE LA CRUZ MARTÍN
Cuentan las crónicas que Gaspar de la Cruz
Martín nació en Ujados el 6 de enero de 1867 en el seno de una familia de agricultores.
No está comprobado, pero debió de ser el segundo o tercer hijo de un matrimonio
que tuvo al menos siete, tres varones y cuatro hembras. De los varones, Gaspar
y Miguel marcharían a Madrid, siendo protagonistas de nuestro artículo; el
tercero, Domingo, quedaría en Ujados a cargo de las propiedades familiares,
llegando a ser a finales del siglo XIX y comienzos del XX, por algunos
periodos, Alcalde de la localidad y posteriormente Juez Municipal.
El padre, dedicado a la ganadería y la
agricultura no tuvo más remedio que emplear a los hijos en el oficio, así desde
la temprana edad de diez años Gaspar de la Cruz comenzó a ejercer de pastor en
los rebaños del padre, y a demostrar su afición por la escultura entreteniendo
sus ocios con el trabajo de la madera, ejecutando con la navaja pequeños
trabajos a modo de esculturas que llamaron la atención de la entonces maestra
del pueblo, así como del párroco, D. Fernando Torrubiano.
No sabemos exactamente cómo, sin embargo
cuenta su escueta biografía, aparecida en el semanario Renovación, que se trasladó a Madrid para perfeccionar su
inclinación dando sus primeros pasos con un escultor llamado Subirat y
que fallecido este
tuvo que trabajar
para poder vivir
hasta que por mediación
de su paisano de Atienza, el diputado provincial D. Antonio Cabellos,
fue pensionado por la Diputación de Guadalajara.
Se trató del escultor Ramón Subirat
Codorniu, quien trabajó en Madrid y en Madrid falleció en 1890, y de quien
aprendió la técnica escultórica de la modelación del barro, la madera y sobre
todo la piedra.
No nos queda la menor duda de que como se
reconoce en las distintas actas de la Diputación provincial de Guadalajara, al
ser pensionado por esta para la ampliación de sus estudios en Madrid, fue el
diputado atencino Antonio Cabellos Asenjo quien intercedió por él y lo
apadrinó, tanto ante la Diputación provincial, como facilitando su
desplazamiento a Madrid, gesto en el que igualmente colaboró el párroco de la
localidad, D. Fernando Torrubiano.
Por mediación de Cabellos Asenjo la
Diputación provincial le facilitó una pensión que se inició en 1887, con una
asignación diaria de 3,50 pesetas, lo que hacía un total de 1.281 pesetas
anuales a fin de costearle los estudios en la escuela de Escultura.
Con esta ayuda se dedicó a estudiar,
ingresando en la escuela de Pintura, Escultura y Grabado, en la que hizo tales
progresos que se llevó todos los premios y medallas concedidas; suprimida la
pensión por disposición ministerial siguió estudiando y haciendo trabajos de
gran importancia, tales como una Virgen de la Asunción para la iglesia de
Torrelavega que es admirada por los inteligentes, a juicio del mismo semanario
que esbozó su mediana biografía. Después fue nombrado escultor de la Facultad
de Medicina de la Central.
Se dice que no quiso concurrir a
oposiciones, y que parte de su obra pasó a otros artistas, para los que trabajó
por necesidades familiares, cediendo a otros glorias y trabajos
Murió en Madrid, cuando su nombre comenzaba
a ser de referencia entre los escultores de los inicios del siglo XX, el 21 de
mayo de 1909, después de dejar a su hermano Miguel en el camino del éxito
iniciado por él.