martes, marzo 24, 2015

ISABEL MUÑOZ CARAVACA Y EL CARNAVAL



ISABEL MUÑOZ CARAVACA Y EL CARNAVAL

El carnaval será su preocupación anual. Sobre todo la “corrida de gallos” en Atienza, coincidiendo con el día de Jueves Lardero.

   Ya vimos que doña Isabel está en contra de todo el maltrato a los animales, sea cuales sean, no obstante, la fiesta de toros y lo que ella denominará “bárbara costumbre”, atencina, centrarán una buena parte de su lucha en contra del maltrato:

   “Lo he de decir una vez más, lo he de exponer al juicio público; sensato y desapasionado y sea cual fuere la interpretación que se de a mis palabras; esos jueves, esos sacrificios crueles de animalillos indefensos, son un ultraje a nuestra educación, y a la que nuestro siglo exige de nosotros”.

   En ocasiones se dirigirá a los maestros, compañeros de escuelas atencinas. En otras a las autoridades provinciales, muchas más a los alcaldes de Atienza.

   “Usted señor Alcalde de Atienza, sabe adoptar medidas higiénicas; eso está bien, pero no olvide usted que la higiene del alma vale más aún que la otra higiene. Usted señor Alcalde puede hacer la vista gorda sobre el descanso dominical, porque nada significa ni a nadie ofende el llenar un cántaro de agua o un costal de trigo, pero usted debió salir el jueves por el pueblo, recoger los gallos, dispersar los chicos, prohibir en absoluto el bárbaro suplicio, la bárbara diversión que borra por un día los signos de la civilización de la faz de un pueblo”.

   Siendo su hijo, Jorge Moya, corresponsal del semanario Flores y Abejas en Atienza, en alguna ocasión, cuando aquel sale de viaje y no se encuentra en la villa tendrá que sustituirlo escribiendo sencillas crónicas sobre lo que acontece en Atienza. Estas, en época de carnaval, las resume en cuatro líneas. Algo parecido llevará a cabo con motivo de cualquier festejo que se celebre en la población:

   “Ha habido muchos mamarrachos por la calle…”.
   El carnaval, desde que llega a Atienza, será su suplicio anual:

   “Yo creo que no vine aquí solo para enseñar a las niñas a utilizar estúpidamente una aguja. El carnaval del año 96 fue el primero que conocí en Atienza, y ejerciendo mi cargo, cuando tuve noticia de la fiesta del Jueves Lardero y de sus pormenores, me propuse acabar con ella, al menos intentarlo. No faltó quien me llamó insensata.

   Como jueves, no debe de haber clase por la tarde, pero yo empleé la tarde y la víspera de aquel día especialmente en hablar a las niñas de lo odioso de la fiesta, y las exhorté a que, aunque jueves, vinieran a clase por la tarde. Se dio la clase, en efecto, y en los años siguientes se ha dado también y aun prolongado la sesión; y he permanecido en mi puesto con las niñas que han concurrido, como protesta de la escuela, institución moralizadora y civilizadora, contra una costumbre bárbara.

   El primer año vinieron ocho niñas, el siguiente vinieron hasta treinta y tres, el año 98, cuarenta, el 99, cincuenta y una…

   En nuestras manos está la generación futura. Ella confirmará o derogará  los usos que encuentre, según se les eduque, según se le de capacidad para juzgarlos”.

   Las corridas de gallos en Jueves Lardero, serían suprimidas de la vida de Atienza muchos años después de la muerte de doña Isabel.