martes, marzo 24, 2015

JUAN FRANCISCO MARINA ENCABO



JUAN FRANCISCO MARINA ENCABO
Por Tomás Gismera Velasco

  
Juan Francisco Marina Encabo nació en Atienza en la década de 1890, y falleció en Madrid, el 4 de noviembre de 1971. Alguno de sus hermanos, como Cecilio, nacerían igualmente en Atienza, otros lo harían en Vitoria, lugar de residencia de la familia por motivos laborales.

   Su nombre está unido, a partir de la década de 1940, a los movimientos culturales que, desde Guadalajara, se trasladaron a Madrid, como una manera de crear vínculo entre quienes emigraron de sus pueblos natales. Y por motivos de parentesco su nombre se uniría al de Francisco Layna Serrano tras el matrimonio de su hermano José con Esperanza Serrano, prima carnal del historiador.

   Fue socio refundador en la Casa de Guadalajara en Madrid cuando, al concluir la Guerra Civil (1936-39), Francisco Layna Serrano se encargó de abrir nuevamente sus puertas, y fue socio fundador de la Tertulia “La Colmena”, en 1947, cuando desaparecida la Casa de Guadalajara los intelectuales guadalajareños residentes en Madrid trataron de constituir un amplio club de debate y opinión con ánimo de mejorar el futuro de Guadalajara. Posteriormente, a partir de 1961, sería igualmente socio fundador de la nueva Casa de Guadalajara, adjudicándose el número 638 como socio, Casa a la que unió a amigos, alguno de sus hermanos y familiares.

   Estudio Derecho en la Universidad Central de Madrid, e hizo oposiciones a Registrador de la Propiedad, desempeñando, por espacio de más de cincuenta años, ambas labores.

   Su vida como Registrador de la Propiedad transcurrió por diferentes pueblos de las provincias de Soria, Logroño, Navarra y Alava, provincia en la que se jubiló mediada la década de 1950 y en la que, como reconocimiento a la labor desarrollada en aquellas tierras recibió multitud de homenajes. Puede que el más sonado se llevase a cabo en el mes de 1960 en Vitoria, dentro de la tradicional “Visita a los Mojones”, y que fue presidido por el alcalde de la localidad, José Lejarreta Salterain, con asistencia de los ediles de diferentes municipios en los que había ejercido, entre otros, Miranda de Ebro y Alsasua.

   Sus visitas a Atienza, desde que contrajese matrimonio no fueron demasiado pródigas en el tiempo, puesto que pasaba sus veranos en Almazán, localidad natal de su esposa. No obstante, era habitual encontrarlo año a año en La Caballada, de la que fue “hermano honorario”, como recoge en su obra “La Cofradía de La Santísima Trinidad”, Jesús de la Vega García.

   Juan Francisco Marina Encabo fue persona con actuaciones relevantes en Atienza donde, según acuerdo del Ayuntamiento de 31 de octubre de 1964, siempre será recibido como “visitante y huésped de honor”, además de ser gran estudioso del derecho musulmán, por no aludir a su participación en el juicio por las pinturas de San Baudilio de Berlanga, una de sus muchas actuaciones como letrado, cuando aquellas pinturas fueron ilegalmente sacadas de España y se trató de recuperarlas en 1957.  Obteniéndose, a través de diversos acuerdos entre el Estado Español y los museos a los que dichas pinturas fueron a parar, unas copias que son las que al día de hoy pueden admirarse en el Museo del Prado de Madrid.

   Igualmente, fue el abogado que llevó la causa de la población de Vivar del Cid en su ánimo de recuperar el manuscrito del “Poema del Cid”. La reclamación, ante el Ministerio de Cultura, se basaba en que el manuscrito original fue arrebatado al pueblo de Vivar, con engaños, en 1718 por don Eugenio Llaguno Amirola, entonces secretario del Consejo de Estado, quien puso como razón el propósito de obtener una copia para la reimpresión que se hizo en la época, sin que el manuscrito original regresase a Vivar, localidad en la que se encontraba, en el monasterio de las Clarisas, desde la época de Alfonso X el Sabio. Juan Francisco Marina, de conformidad con los vecinos de Vivar no solicitaba que regresase al pueblo el manuscrito, sino que al pueblo se le reconociese la propiedad, al tiempo que cederían su utilidad a la Biblioteca Nacional, a la cual lo acababa de entregar la Fundación March, quien a su vez lo adquirió a su anterior, y supuesto propietario, don Roque Pidal, por una cantidad astronómica para la década de 1960, diez millones de pesetas.

   La sentencia, dictada el 22 de diciembre de 1965 desatendió la petición del pueblo de Vivar, y por ende, el recurso de don Juan Francisco Marina, no obstante, su nombre saltó a la prensa nacional. (Al respecto puede consultarse el elaborado trabajo del profesor Timoteo Riaño en:
descargas.cervantesvirtual.com/servlet/.../010379_339.pdf.)

   Al margen de su labor como jurista o registrador, fue un estudioso del derecho musulmán, dando a la imprenta varias e importantes obras: “Derecho musulmán, visión de conjunto”, publicado en la Revista Crítica de Derecho Inmobiliario en abril de 1948; “El Régimen de las tierras en Marruecos”, publicado en 1933; “Derecho  de propiedad en la zona española jalifiana (1948), etc. Obras de referencia en cuanto al derecho marroquí se refiere.