miércoles, marzo 25, 2015

LA MATANZA, TRADICION Y NECESIDAD.



LA MATANZA, TRADICION Y NECESIDAD.
Por Tomás Gismera Velasco.

   La matanza consiste en matar los cerdos y prepararlos y adobar la carne para hacer los embutidos. En algunas obras literarias procedentes de la Grecia clásica aparecen citados el jamón, el tocino y los embutidos. Aristófanes, por ejemplo, muestra a un personaje en una de sus comedias que sale adornado con una ristra de chorizos y al que todos conocen como el salchichero. En España, Marcial hace alusión a los jamones en algunos de sus versos. Siglos más tarde, el Arcipreste de Hita enumera en El Libro del Buen Amor las carnes que consumen los españoles y cita los jamones enteros, que son fruto de la matanza. En El Quijote, Cervantes elogia las virtudes de Dulcinea y entre otras cosas dice “que tuvo la mejor mano para salar puercos que otra mujer de la Mancha”. El origen de los sacrificios revestía en un principio cierta categoría de sacrificio a los dioses. Los romanos troceaban el cerdo, lo mezclaban con tortas de trigo, lo ofrecían a los dioses y a partir de ahí lo echaban a los campos para fertilizarlos. Estos mitos y antiguos rituales no se desterraron con la llegada del cristianismo sino que se perpetuaron en toda su iconografía. La fiesta de San Martín, el día 11 de noviembre, señala la fecha a partir de la cual se puede realizar la matanza y degustación del vino nuevo e igualmente señalaba el principio de la matanza, de ahí el refrán: "A todos los cerdos les llega su San Martín", pero no se generalizaba hasta la llegada de San Andrés que cierra el mes de noviembre, que da pie a otro refrán: "Por San Andrés mata tu res", que era cuando se hacía sentir el frío necesario que requiere la matanza.

   La carne del cerdo, nutritiva y gustosa, ofrecía la posibilidad de ser salada y por tanto de conservarse durante largo tiempo; además resultaba muy provechosa para todas aquellas personas que ejercían un oficio o una profesión que exigiera un gasto de fuerzas y grandes energías.

   Por una razón puramente autárquica fue en los pueblos de la geografía española donde se instauró como tradición la matanza del cerdo. El conjunto de valores étnicos, sociales e ideológico-religiosos convierten ese rito en una auténtica manifestación cultural. La colaboración de vecinos, familia y amigos es decisiva en este proceso, ya que mientras uno sujetan al animal para su sacrificio, otros prestan los enseres para la elaboración de chorizos y demás alimentos.

   La mesa del sacrificio debe de ser de madera de roble y con patas de castaño. El almuerzo de ese día suele consistir en hígado frito en abundante cebolla junto a parte de los tocinos menos grasos. La mondonguera es la encargada de elaborar las morcillas. Suele tratarse de la mujer más mayor de la casa, ya que une su experiencia al hecho de no tener el periodo, y por tanto, no existe la posibilidad de que se eche a perder el embutido.

    Tradiciones y costumbres que, según las regiones, acompañaron unas jornadas necesarias en los pueblos de España.