jueves, marzo 26, 2015

LA POSADA DEL CORDÓN, UN PRIVILEGO PARA ATIENZA EL NUEVO CENTRO DE INTERPRETACIÓN DE LA CULTURA TRADICIONAL DE GUADALAJARA, ABRIÓ SUS PUERTAS.



LA POSADA DEL CORDÓN, UN PRIVILEGO PARA ATIENZA
EL NUEVO CENTRO
DE INTERPRETACIÓN DE LA CULTURA TRADICIONAL
DE GUADALAJARA,
ABRIÓ SUS PUERTAS.


Coincidiendo con la festividad de la Virgen de los Dolores, patrona de Atienza, el pueblo se convirtió en protagonista de excepción de uno de los actos culturales que, imaginamos y así lo esperamos, marcarán una nueva página para el mundo de la etnografía, y por supuesto de la cultura, más allá de la provincia de Guadalajara.

Se trató de oficializar la apertura del nuevo Centro de Interpretación de la Cultura Tradicional de Guadalajara que ha venido poniéndose a punto en los últimos años para con su apertura ser causa del asombro general, ya que no se trata de un museo propiamente dicho, aunque como tal y por las piezas expuestas podría pasar, sino de una acertada y minuciosa puesta en escena de lo que ha sido, y continúa siendo, nuestra forma de vida. Nuestra cultura y, en muchos casos, el origen de lo que hoy somos.

Probablemente necesitemos días, y páginas, para ver todo lo expuesto con el detenimiento preciso, y para contar de una manera efectiva lo que la vieja Posada guarda, ya que a pesar de que pueda parecernos que con una simple mirada lo tenemos visto, siempre tendremos que regresar para fijarnos en algunos de los múltiples detalles que nos pasaron desapercibidos, con el aliciente de que, por ser objetos que hemos tenido cercanos, nos llegan mucho más que aquellos que nunca conocimos.

Digamos que la amplitud de espacios y la luminosidad natural nos parece excepcional, un acierto a la hora de apreciar lo que aquí se expone, escapando del abigarramiento y dando la oportunidad al visitante de apreciar todas y cada una de las piezas con el detenimiento merecido. Lo que es muy de agradecer y aumenta el valor de lo expuesto dándoles esa vida propia que en su momento tuvieron, y gracias a todos esos pequeños y cuidados detalles, continuarán teniendo.

Acertados igualmente nos parecen los paneles indicativos a través de los cuales podemos continuar aprendiendo, o descubriendo en algunos casos nuestras raíces, nuestros ritos y creencias, todo lo que ha ido marcando en muchos casos nuestras vidas, en otros los de nuestros progenitores. Y a pesar de que en algunas ocasiones puedan los objetos mostrados hacernos retroceder a un tiempo impensable, es necesario volver a ellos para valorar la vida o el esfuerzo vital de quienes nos precedieron en la tierra que pisamos.

Decir que en la Posada del Cordón se exhibe, ahora con orgullo, todo el saber popular de nuestras gentes, pudiera parecer exagerado, pero puedo quedarme corto, pues en ese ligero paseo a través de lo expuesto se encuentran los dichos y refranes, tan arraigados a la vida de nuestros pueblos. Decir que toda la arquitectura tradicional cabe en la Posada también pudiera parecer extraño, pero a través de las maquetas expuestas la podemos admirar, y decir que lo moderno conjuga con lo antiguo igualmente nos podría asombrar, y sin embargo es el complemento que hace destacar el conjunto de todo lo expuesto.

Sorprende por su realismo, aunque se trate de maniquíes modernos, el amplio repertorio de figurantes que nos representan algunas de las tradiciones más significativas de la provincia a través de sus personajes: vaquillones, botargas, danzantes, mascaritas, o un elegante cofrade de La Caballada de Atienza. Nada que objetar a los modernos maniquíes, lo contrario nos hubiese resultado tétrico y debemos vivir el tiempo que nos toca, conjugando el presente con el pasado, al que podemos acceder a través de esos arcos florales tan significativos en otro tiempo en la costumbres mayeras de nuestra tradición.

El romance, la jota y la ronda tampoco faltan, como tampoco faltaron en nuestras calles y plazas. Aunque los podamos seguir a través de vídeos y grabaciones, lo que amenizará y prolongará la visita, que se nos va convirtiendo en un aula abierta. Imagino que a partir de ahora no serán pocas las excursiones de colegio que llegarán a Atienza con ánimo de ver de un tirón la otra parte de la cultura de Guadalajara, puesto que no sólo en la historia de nuestros castillos y catedrales se encuentra, como aquí podemos fácilmente apreciar.

Pero si esto, con algunas otras cosas, nos encontraremos a la entrada, todavía nos quedará subir unos escalones para, cual si nos adentrásemos en las viejas cámaras de nuestras antiguas casas, continuar descubriendo lo que fue la vida en nuestro mundo rural: la vida en la cocina, que fue la pieza clave de toda casa labriega, con todos sus utensilios; la vida de los juegos; la del campo, la de la matanza, la de la alfarería, la de la zapatería de remiendo, la de las creencias místicas y religiosas, la de los ajuares, la boda, el bautizo, y hasta la muerte, que también el paso a la otra vida tuvo su cultura propia.

Son alrededor de seiscientos objetos los que componen la exposición, ocupando alrededor de cuatrocientos metros cuadrados, que se nos quedan cortos en el paseo, convertido unas veces en asombro y otras en sonrisa, que nos hace volver una  otra vez sobre nuestros pasos, y que es seguro que tengamos que visitarlo una y otra vez. Una suerte es para los de Atienza tenerlo en la propia villa, pues con ello se evitarán los atencinos el viaje que desde otros lugares se tendrá que hacer para repetir mirada, con el aliciente de que, hoy por hoy, la entrada es gratuita, lo que no nos privará de recorrerlo las veces que sean necesarias.

   La Posada alberga todavía más espacios, que Atienza los necesitaba, sala de actos, talleres, patio…
Seguramente que seguiremos hablando de este nuevo Centro, pues requerirá el tiempo fijarnos con detenimiento, y la extensión merecida, en algunas de las piezas, la mayoría de ellas pertenecientes, todo hay que decirlo, a la familia Alonso-Calleja, cedidas para la exposición; no faltan otras donaciones o cesiones temporales, como es seguro que no faltarán, pero las que hoy admiramos están llevadas y tratadas con el mimo y mano experta de uno de esos hombres a quien tanto comienza a deber la cultura tradicional de la provincia, José Antonio Alonso Ramos, convertido en merecido director de este emblemático, porque ya lo es, Centro de Interpretación. Y a quien, como emblema de la nueva Posada del Cordón, desde Atienza de los Juglares transmitimos nuestra felicitación por el logro, con el conocimiento de los largos días de preparación, desvelos y quebrantos, que han quedado atrás, que se olvidan los temporales invernales cuando la buena cosecha se tiende en la era.

Y una última anotación, de momento. Otra de esas buenas cosas que ha tenido la apertura del Centro es que ya, en muchas de nuestras casas, es seguro que se habrá corrido a las cámaras, cuadras, pajares y cochiqueras, a rescatar todos esos utensilios sin ninguna utilidad, porque de buenas a primeras hemos aprendido a valorar como debíamos lo que antes nos parecían trastos viejos y sin utilidad aparente. Suerte para quienes todavía los conservaban y los harán lucir, como piezas de museo, en lugar preferente de sus casas, porque quienes no…. ¡No saben lo que han perdido!

Aunque siempre para echarles un vistazo tendrán la Posada del Cordón. Un nuevo motivo para visitar Atienza, y para que los de Atienza nos sintamos orgullosos, por tenerla al lado de nuestra casa.

T. Gismera Velasco