jueves, marzo 26, 2015

NARRILLOS DEL ÁLAMO, EN LA SERREZUELA



NARRILLOS DEL ÁLAMO, EN LA SERREZUELA

Tomás Gismera Velasco.
Avila: Nuestra tierra

   Narrillos del Álamo se encuentra al pie de la sierra a la que da nombre, en la Serrezuela de Avila, desde la que se divisa una importante parte de la provincia, así como del extenso Campo Charro con sus característicos encinares; por encima del Valle del Corneja y con la presencia del Tormes, que se dibuja al sur junto al pantano de Santa Teresa en tierras de Guijuelo y Alba de Tormes, que junto a Piedrahíta conforman el triángulo de las tres poblaciones de interés histórico y cultural que se otean desde los altos del Picarozo, Molino de Viento, Miramar o Santa Brígida, con una altitud media que ronda los 1.250 metros .

   Como la gran mayoría de las poblaciones vecinas, sus orígenes se remontan a la repoblación llevada a cabo tras la conquista de la tierra de Avila. El topónimo de su nombre nos da cuenta de sus primitivos pobladores vasco navarros. Quedó incluido, junto a su anejo de Mercadillo, en el Común de Villa y Tierra de Avila, a la que perteneció hasta el siglo XIX, en que pasó a depender del partido judicial de Pidrahíta, entonces de la Sierra. No obstante, con anterioridad a la llegada de estos pobladores ya fue lugar habitado por tribus vetonas, de las que nos han llegado, entre otros, el castro del Alto del Quemado, uno de los más peculiares encontrados por su doble recinto amurallado.

   Su historia en lo civil corre pareja en el tiempo con la de la ciudad de Avila, hasta la abolición de los señoríos; y de Bonilla de la Sierra en lo eclesiástico, de donde arciprestalmente dependía, y de donde llegaban, tanto a predicar como a recibir, los franciscanos de la villa episcopal, alguno de los cuales, tras la exclaustración, pasó a vivir a Narrillos, en donde quedó como cura de misa y olla.

   A Narrillos del Álamo se anexionaron al menos dos poblaciones, Ventosa de la Cuesta, o de la Serrezuela, desaparecida en el siglo XVIII, pasando a ser dehesa, y Mercadillo, con su caserío de Codes. Igualmente, y junto a Narrillos, en época indeterminada que bien pudiera situarse en los años finales del siglo XVI, se levantó el barrio de El Alamo. En conjunto, y en su época de mayor esplendor, finales del siglo XIX y comienzos del XX, llegó a alcanzar una población cercana a los 1.000 habitantes. En la actualidad apenas sobrepasa el centenar.

   De su pasado agrícola y ganadero quedan los rastros documentales en los largos pleitos mantenidos por los titulares de los mayorazgos de los Moreta, Maldonado, Vargas de Figueroa o Dávila con los pueblos vecinos por el uso o abuso de pastos, o por el paso de los ganados de los unos o los otros en tiempos de trashumancia. Apellidos representativos de los Vizcondes de Huerta; marqueses de la Coquilla, de Astorga o Velada. De aquellos tiempos, y tras reducirse su pasado señorial, representado por un “palacio” o casa fuerte levantada al pie de la sierra y desde donde comenzó a crecer el pueblo a nuestros días, la agricultura ha quedado reducida a un mero testimonio para ser, por encima de todo, ganadero; más desde que la totalidad de la Sierra, en su día perteneciente a la Corona Real, fue cedida para su explotación por el Concejo de Narrillos, por Real decreto de Isabel II en 1862.

   De su primitiva época medieval queda la renovada iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, levantada en el promedio de los siglos XIII-XIV, al tiempo que la de Mercadillo, en sus orígenes con torre vigía, y reformada en gran parte a partir de 1564, año en el que un incendio devoró su techumbre y abatió la torre. Las nuevas obras fueron aprovechadas para levantar una torre renacentista y dotar a la iglesia de ornamentos de los que hasta entonces carecía, culminando la renovación en los años finales del XVIII, cuando se la dotó de un impresionante retablo barroco adquirido en Salamanca a Manuel Márquez, ajustado en 4.050 reales de vellón por el entonces párroco del lugar Gabriel Mariño. Retablo tristemente desaparecido en la década de 1960 tras ser canjeado por el actual, de escaso o ningún interés.

   De su pasado etnográfico y cultural quedan los rastros documentales de una de las más interesantes cofradías de la Vera Cruz existentes en la provincia, a la que perteneció gran parte de la población. Cofradía de penitentes fundada a comienzos del siglo XVI, reformada en 1645 y unida, a partir de 1745, a la del Señor, con fundación de Misas de Minervas, aniversarios y un sinfín de mandas más. En la Cofradía de Ánimas, desaparecida en el siglo XIX, se encuentra el origen del rito de las “corridas de gallos”, celebradas en sus primeros tiempos coincidiendo con las carnestolendas invernales.

   Hoy Narrillos del Álamo, como su anejo de Mercadillo, viven del recuerdo de los buenos tiempos, pues la emigración se cebó con ellos al igual que con tantas otras poblaciones, en las desdichadas décadas de 1950 y 60, no obstante, queda el recuerdo de tiempos mejores a través de sus emblemas, la casa de la Cofradía de la Vera Cruz, el edificio actualmente más antiguo de Narrillos conforme a la documentación obtenida de él, y su primer Ayuntamiento o Casa del Concejo, ostentando en la fachada una de las escasas estelas funerarias discoidales que se encuentran en la provincia o sus miliarios romanos, que señalaron algunos ramales de la Ruta de la Plata, o tal vez, del camino del Emperador Carlos V cuando, camino de su retiro de Yuste, pisó las tierras de Narrillos con su impresionante corte, en la jornada que desde Alaraz le llevó a Gallegos de Solmirón, ambos pertenecientes a la provincia de Salamanca, cuyos caminos quedaban unidos por los de Narrillos del Álamo, en la provincia de Avila.

   Sin duda, una visita al municipio, aunque sea para otear desde sus alturas las tierras de Avila o el Campo Charro, siempre merece la pena.