martes, junio 02, 2015

ANTONIO CAJA, EL TERROR DE LA ALCARRIA Facciosos, salteadores y bandoleros en tierras de Atienza y Guadalajara



ANTONIO CAJA,
EL TERROR DE LA ALCARRIA
Facciosos, salteadores y bandoleros en tierras de Atienza y Guadalajara

Tomás Gismera Velasco

   Salió Antonio Caja para cometer sus tropelías en nombre del pretendiente don Carlos de Borbón, de Peralejos de las Truchas, de donde era natural.

   Funcionario de la Diputación Provincial y del Consejo de Castilla y veredero de Molina, en Peralejos hizo parte de su vida como titular de un molino harinero que adquirió de los propios municipales, y que explotó en sociedad con sus hermanos Juan y Manuel, así como con uno de sus tíos, Antonio Arauz y Caja, propiedad que originó un larguísimo proceso judicial entablado por la década de 1830 y concluido treinta años después.

   Recorrió aquellos pueblos imponiendo el terror, llegando a las comarcas de Sigüenza y Atienza en una carrera de pillaje que lo llevó a ser uno de los hombres más temidos de la primera guerra carlista, de lo que daban cuentan las notas oficiales, la primera de ellas, de 1838. Su cuartel general, como el de otros muchos, se encontraba en Beteta (Cuenca). De su feracidad nos da cuenta una información periodística cuando Antonio Caja es detenido en Madrid, pasando a la cárcel del Saladero, en el mes de junio de 1840:


   Este señor es el que ha impuesto las contribuciones a los pueblos y a los desgraciados patriotas que caían en sus manos y el que los mandaba fusilar si no pagaban. Todo dependía de él en cuanto a multas y contribuciones, de manera que iba un desgraciado preso al gobernador y le decía: Señor gobernador, dígame V.S. lo que se me pide por mi rescate, a lo cual contestaba: Yo nada tengo que ver con esto, vayan ustedes y avístense con Caja, que es el que corre con esos negocios. E iban a Caja y este les imponía la contribución que le acomodaba. Pidiendo informes antes a Hualde si el infeliz era de la Alcarria.

   Si el gobierno no lo sabe, sépalo. Don Antonio Caja debe responder de la ruina de tantas familias infortunadas, víctimas de su barbarie. Pregúntese a toda la Alcarria y ella dirá quién es dicho sujeto.



   Fue puesto en libertad, tras un breve paso por prisión, regresando a su tierra, de la que volvió a salir para marchar nuevamente en busca de aventuras, siguiendo sus ideales políticos. Lo  encontramos en Madrid en el mes de mayo de 1855, en una de las muchas conspiraciones protagonizadas por él y los suyos. En esta ocasión son detenidas un par de docenas de personas que se proponían llevar a cabo un gran atentado contra la monarquía, incautándoseles más de quinientos fusiles, entre los detenidos se encuentran igualmente tres eclesiásticos de alta titulación, entre ellos, el capellán de honor de la reina.

  Se dedicaba entonces  a la naciente industria minera provincial, lo mismo que hacían otros destacados cabecillas carlistas, con la anuencia gubernamental, de donde surgen las críticas de la prensa, la crónica (extractada), corresponde al mes de junio de 1855:

   Dice un periódico que el carácter de minero es el salvo conducto de que se valen en esta época los conspiradores para encubrir sus movimientos. Don Antonio Caja, por ejemplo, uno de los veintitantos presos en esta Corte el martes último (30 de mayo), que también califican de minero algunos periódicos es uno de los hombres más funestamente célebres de nuestra última guerra civil: Comisario de Cabrera en Beteta y su comarca durante los últimos años de la guerra fue el terror de toda la Alcarria y serranía de Cuenca por sus vandálicas acciones y sus feroces tropelías…

   En los primeros años de la década de 1860, sin abandonar sus ideas y como activo miembro de aquellas por las que se levantó en armas, lo encontramos residiendo en Guadalajara, al tiempo que hace viajes a la comarca de Atienza así como a Peralejos.

La información de la residencia nos la da la Administración de Correo Central, donde se le retiene alguna parte de la correspondencia, curiosamente, por carecer de los sellos correspondientes. Ideas políticas que van parejas a las de Ruiz Zorrilla, con quien llega a tener cierta complicidad amistosa, llegando a firmar alguna de las cartas que solicitan su puesta en libertad cuando Ruiz Zorrilla es detenido en 1863, contribuyendo económicamente al pago de las multas que le son impuestas por el Gobierno.

   En 1865 encontramos a Antonio Caja, asociado en el sector de la minería junto al músico provincial Apolinar Barbero, se trata de una comunicación del Gobernador Civil de la provincia, entonces D. Genaro Alas, firmada el 3 de octubre de ese año:

   Hago saber que por D. Juan Robledo y D. Apolinar Barbero, con su compañero D. Antonio Caja, a cuyo favor se hallan expedidos los títulos de propiedad de las minas San Juan de la Cruz, en término de La Miñosa, Aunque Perezca y San Antonio de Peralejos, pueden recoger sus títulos…

   Ambos, Apolinar Barbero y Antonio Caja eran socios desde 1863 para la explotación de minas de carbón.

   Todavía, y ya cargado de años, lo encontramos abanderando una partida de guerrilleros en los primeros años de la década de 1870 al frente de la cual, compuesta al menos de 80 hombres, entra a tiro limpio en Javaloyes (Teruel), en los primeros días de mayo de 1872, saqueando la población, acompañado por la partida de otro destacado cabecilla, Alfonso Alonso. Ambos se habían levantado en armas en la provincia, y habían recorrido, recaudando contribuciones, parte de la Alcarria y de la comarca de Molina.

   Había salido para esa última correría desde la Riba de Saelices, donde a la sazón se encontraba domiciliado y en donde le fueron embargadas algunas propiedades a fin de responder del pago de contribuciones de los últimos años. No volvieron a tenerse noticias de él.