viernes, octubre 23, 2015

FACCIOSOS, SALTEADORES Y BANDOLEROS EN TIERRAS DE ATIENZA Y GUADALAJARA. EL CURA DE PEÑALÉN



FACCIOSOS, SALTEADORES Y BANDOLEROS EN TIERRAS DE ATIENZA Y GUADALAJARA.
EL CURA DE PEÑALÉN


Tomás Gismera Velasco

   No mucho tiempo anduvo en danza el famoso cura de Peñalén, del que desconocemos el nombre, y quien en los primeros días de 1838 se levantó en armas contra Isabel II, declarándose al servicio del pretendiente don Carlos de Borbón.

   Desde el púlpito de la iglesia llamó al alzamiento popular contra el gobierno de Guadalajara y convenciendo a una parte de sus feligreses se echó al monte con un par de docenas de mozos del pueblo recorriendo durante aquel invierno los pueblos del Señorío molinés y parte de Cuenca llamando al alzamiento popular, al tiempo que haciendo requisas por los pueblos en los que hacía un alto, bajo la constante amenaza de pasar por las armas a quienes opusiesen resistencia.

   En mala hora entabló negociaciones con otro de los cabecillas que andaban por aquella tierra, Félix Priego, con quien se unió en los primeros días de marzo añadiendo a la facción de Priego los treinta hombres que le seguían, al tiempo que los salvaguardias de Guadalajara lo perseguían.

   Del Gobierno de Guadalajara tenemos una de las escasas noticias que se publicaron en torno a él cuando desde la provincia de Cuenca, y Beteta, donde tenían su cuartel general, pasó a Guadalajara:

   El cura de Peñalén asociado con don Félix Priego ha reunido hasta 30 infantes y seis caballos con los que ha vuelto a entrar en la provincia y ejerciendo sus rapiñas en algunos pueblos de cortísimo vecindario es probable serán destruidos como los otros, poniéndose en combinación las autoridades locales para su persecución u exterminio.


   Esto sucedía en torno al 20 de marzo, lo que por entonces se desconocía en Guadalajara es que el cura de Peñalén había partido, como comúnmente se dice, las peras con Priego, en una agria disputa por encabezar la facción, dejando el de Peñalén a Priego a merced de los isabelinos por tierras de Durón.

   Félix Priego, además de combatir a partir de entonces con los isabelinos, lo hacía contra el cura de Peñalén, que dejó la partida del Priego con sus hombres, y llevándose cuanto pudo, por lo que Priego lanzó desde Huertahernando, a todos los pueblos de la comarca, orden de detener al cura, y entregárselo, según se desprende de uno de sus oficios signado en Huertahernando el 1 de abril de ese año.  Circular que llegó a Guadalajara:

   Del cabecilla Félix Priego que se titula comandante accidental del cuerpo del regimiento de infantería del Infante don Sebastián, acaban de recibir estas justicias el oficio requisitorio siguiente del cual podrán ustedes inferir el desconcierto en que se hallan los tales facciosos.
Ejército Real. Regimiento Caballería del Infante don Sebastián. En el momento en que reciban vds. este y con la estrecha responsabilidad de las vidas de todos los individuos de esa corporación aprenhenderán Vds. al cura de Peñalén y cuantos le acompañen, quien es traidor a su rey y patria, ha abandonado las filas de la lealtad llegando con su vileza hasta herirme en su traidora fuga y hacer el robo más escandaloso, no solo de mi caballo sino también de los intereses con que contaba para la subsistencia de mis valientes. Seré inexorable si advierto alguna morosidad, pues el rey, la patria y mi honor están interesados en la pronta venganza de tamaña traición. Luego, luego circularán vds. esta a los pueblos del margen, acusando la hora de su recibo y salida. Los reos se pondrán al servicio del señor alcalde de esta. Dios guarde a Vds. muchos años. Peralejos, 1º de abril de 1838. El comandante accidental Félix Priego.
Pueblos: Poveda, Peñalén, Zaorejas, Villanueva, Armallones, Pelayo, Huerta Hernando, Canales, Sacecorbo, Canredondo y todos los pueblos circunvecinos.

   Por entonces, mientras Félix Priego ordenaba su detención, el cura de Peñalén se movía por la Alcarria a sus anchas, entrando y saqueando pueblos con la bendición divina, liberando a los presos que encontraba en las cárceles municipales, con el fin de que se uniesen a su partida, o administrando su propia justicia, cuando las cosas no le iban bien, tal y como hizo en Peralveche, tras su paso Alcocer,  el 3 de abril, donde:

   … halló tres presos en la  cárcel por haber asesinado a un francés; les formó sumario verbal y al autor del delito le confesó y administró el viático, mandándole fusilar en el acto…

   Todavía continuó nuestro cura por aquellas tierras, y lo que no consiguieron los soldados de la reina ni las tropas de Guadalajara lo lograron quienes sirvieron a Félix Priego, dándole alcance en los límites provinciales entre Cuenca y Guadalajara, y sin que conozcamos el lugar, los comandantes de las tropas de Félix Priego, que de noticiarlo al mundo si que se encargaron, le formaron consejo de guerra del que resultó, como no podía ser de otra manera, culpable de alta traición, delito castigado con la última pena, por lo que fue pasado por las armas, a mediados del mes de junio de 1838 en algún lugar de la sierra de Cuenca.