domingo, noviembre 29, 2015

FACCIOSOS, SALTEADORES Y BANDOLEROS EN TIERRAS DE ATIENZA Y GUADALAJARA. Los Salazar, de Fuencemillán



FACCIOSOS, SALTEADORES Y BANDOLEROS EN TIERRAS DE ATIENZA Y GUADALAJARA.
Los Salazar, de Fuencemillán


Tomás Gismera Velasco

    Numerosas fueron las partidas de bandoleros que se echaron al monte con ocasión de la primera guerra carlista en lo que hoy conocemos como provincia de Guadalajara, dedicándose, bajo el amparo de la política, al pillaje, robo, asesinato y todo tipo de tropelías.

   Una de aquellas partidas, la llamada de los Salazares, capitaneada por Julián Salazar, vecino de Fuencemillán, sembró el pánico por toda la comarca de Tamajón, llegando hasta las cercanías de Miedes sin atreverse a entrar en Atienza, aunque fueron bastantes los pueblos que sintieron sus consecuencias.

   A lo largo del otoño de 1834 y del invierno de ese año y de comienzos de 1835, desde Guadalajara se envió a diferentes patrullas en su búsqueda, hasta que dieron con ellos, tal y como comunicó el entonces Gobernador de Guadalajara, don José María Bremón:

   Habitantes de la provincia de mi mando:
   A mi arribo a este destino observé con dolor que os atormentaban demasiado los miserables facciosos que acaudillados por el foragido Julián Salazar eran incesantes en sus incursiones, tropelías, robos y asesinatos por diferentes pueblos, especialmente y de los partidos de Tamajón y Miedes. Ya estáis libres de semejantes malvados; los dos siguientes partes que con fecha de antes de ayer he recibido en este día no os dejarán dudarlo; ved en ellos el fin que tarde o temprano espera a los que osaren atentar contra el legítimo trono de nuestra inocente reina Doña Isabel II;  pero al  mismo tiempo  conservad en vuestra memoria con vivo entusiasmo el agradecimiento de que sois deudores a los esfuerzos, penalidades y constancia de la benemérita compañía de seguridad establecida en Cogolludo, a los incansables urbanos que he tenido el honor de formar en pocos momentos, especialmente los del mismo pueblo de Fuencemillán, de quienes era indigno paisano el referido Salazar, y en fin, a los leales y honrados vecindarios de los pueblos de la Sierra, que aun sin armas supieron vencer y destruir a malhechores armados. Guadalajara, 16 de enero de 1835.


   El parte de la detención de los Salazares venía a continuación:

   En la madrugada de este día, desde Jadraque que regresaba de la comisión que tenía del Excmo. Sr. Capitán General de Cifuentes, tuve noticia que los dos Salazares estaban escondidos en una paridera cerca de Carrascosa y que llevaban consigo un muerto conocido por “el tuerto”, que fue herido en la persecución que sufrió la facción de que dio parte el teniente D. Manuel  Maseda, dispuse en el momento marchar rápidamente con los diez tiradores que llevaba, con dirección a pasar el vado de Membrillera, y no pudiendo por lo crecido del río, me dirigí por la izquierda a pasar por el puente de Espinosa, a la llegada a dicho puente vi llegar a la milicia de Fuencemillán con su digno comandante a la cabeza de ella que tenía aprenhendidos a los dos Salazares, dejándose al citado cadáver en el sitio indicado, y dispuse saliese una partida de mi mando para escoltar la justicia de esta a que debía recoger el muerto. En el momento de mi llegada a dichos urbanos me encargué de los dichos dos presos y conducidos a esta los he puesto en capilla para fusilarlos mañana con la precisa diligencia de tomarles antes una declaración por si pudiese interesar al mejor servicio de nuestra adorada e inocente Reina. Los efectos aprehendidos al resto de la citada facción son: tres caballos con sus monturas, dos sables, dos carabinas, tres capas, un par de pistolas y cinco duros que se han hallado al cabecilla Julián Salazar. Todos estos efectos a excepción de las armas han sido entregados por mí al comandante de la milicia urbana ya citada para que vendidos se distribuyan entre los individuos de dicha milicia que han contribuido a tan interesante captura, reservando en mi poder las armas citadas hasta recibir órdenes de V.S., sin embargo de que dicho comandante me las ha pedido. Recomiendo a V.S, la infatigable tropa que tengo el honor de mandar, como igualmente son dignos del maryor premio todos los citados urbanos y su intrépido y entusiasmado comandante. La satisfacción que tengo como igualmente mis oficiales, sargentos, cabos y tiradores de que la facción del caudillo Salazar ya llegó la hora de su total exterminio al cabo de tantas fatigas y desvelos, me llena de la más alta gloria y honor al ver que desde el veinte de noviembre que sin perder fatiga la persigo haya concluido a manos del honor de las armas que mando y el auxilio de dicha milicia, que animada y confiada siempre por mi jamás dudaron en la decisión de tan intrépidos como valientes militares.   Todo lo que  pongo en noticia de V.S. para que se sirva elevarlo a conocimiento del Excmo. Sr. Capitán General para que S.E. lo ponga en conocimiento de la Reina Nuestra Señora que Dios guarde. Cogolludo, 14 de enero de 1835. Juan Bautista Bellver. Sr. Gobernador civil de esta provincia.

   La noticia siguiente llega desde el mismo Cogolludo:

   Rejencia de la Real jurisdicción de Cogolludo. Viva Isabel II. Aun cuando V.S. recibirá más pronto el parte circunstanciado de la prisión de los dos Salazares, sin embargo me apresuro a comunicar a V.S. como en este día de la fecha a las doce de su mañana tuvimos un parte del comandante del destacamento y yo de los urbanos de Fuencemillán que verbalmente remitía con un urbano de los que le acompañaban diciendo: que habiendo sabido que los Salazares andaban por esta tierra habiendo salido en su busca y que habiendo registrado un tinado en el monte de debajo de esta villa habían encontrado en él a un cadáver con dos balazos en las costillas. Inmediatamente dispusimos saliesen doce tiradores al mando del sargento 1º y yo a la cabeza de doce urbanos; marchamos al punto a galope a coger los puntos por donde podrían huir en caso de que los de Fuencemillán los encontrasen y con efecto así hubiera sucedido si no les hubieran rendido en la taina donde los hallaron, cuya prisión hicieron ellos, pues cuando llegamos al punto ya los tenían presos. Nos dirigimos a la taina donde estaba el difunto y reconocido resultó ser el compañero de los Salazares, el tuerto de Burgos, con dos balazos que le pegaron el domingo o sábado en la sierra los mismos serranos, y según declara el Julián Salazar murió ayer al amanecer; le he traído al pueblo para escarmiento de los malos y darle tierra en campo-santo. Los Salazares están en prisión bien amarrados; creo que este Sr. Comandante de tiradores disponga se les quite la vida mañana y hemos concluido de facciosos en la provincia, pues está el espíritu tan reanimado que la gente desea batirse y exterminar cuantos pícaros traten de alterar el orden. Dios guarde a V.S. muchos años. Cogolludo y enero, 14 de 1835. Agustín Casado. Sr. Gobernador civil de Guadalajara.

   El siguiente parte emitido desde Cogolludo recomendaba a quienes habían intervenido en la captura de ambos hermanos, haciendo relación nominal de toda la tropa. Desconocemos el parte de ejecución, a pesar de que la prensa nacional se hizo eco de que en la mañana del 15 de enero ambos hermanos conocidos como los Salazares, fueron fusilados en Cogolludo.

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