viernes, noviembre 20, 2015

PUEBLOS DE LA SERRANÍA. TORDELLOSO: NOTAS PARA SU HISTORIA RECIENTE



PUEBLOS DE LA SERRANÍA.
TORDELLOSO:
NOTAS PARA SU HISTORIA RECIENTE

Tomás Gismera Velasco


   Como surgido al pie del camino, Tordelloso vivió a lo largo de su larga historia los avatares del mismo, del Camino Salinero que desde Burgos conducía al Valle del Salado, donde se encontraban las salinas de Imón y La Olmeda, desde que la tierra de Atienza estuvo bajo el poder real de la corte de Castilla.

  A pesar de lo escaso que hoy nos puede parecer su caserío, fue a lo largo de varios siglos, mientras el camino estuvo en pleno apogeo, una estación importante de parada para muchos de los arrieros que desde la vieja Castilla acudían a las salinas. De ahí que su posada, de la que ya hablamos en Atienza de los Juglares, ocupase un lugar importante. Desde esta, y salvada Atienza, la siguiente se encontraba en el hoy despoblado de Vesperinas, en los límites de Atienza, Riofrío y Cercadillo, siendo por demás esta tierra estación de descanso para los bueyes que tiraban de las carretas de la sal, lo que originaría no pocos enfrentamientos con los ganaderos y agricultores locales, por el elevado número de bueyes de los acarreadores, en ocasiones más de dos centenares, y los daños que producían en las cosechas.

   Dejó de utilizarse el camino, que pasó a ser carretera; a pesar de ello, no perdió importancia su posada, ni la población como estación de paso para las tropas invasoras francesas en su camino hacia la vieja Castilla, o los facciosos carlistas levantados en armas contra la heredera Isabel II. Un poco tardío, puesto que la primera guerra carlista andaba en pleno apogeo, pero aún así, un buen mozo de la población, Pedro Francisco Sacristán, trató en 1836 de que el pueblo proclamase al infante don Carlos por rey de España, y como no lo lograse, tomó uno de los caballos de la dehesa comunal y se fue a unir a las tropas del pretendiente que andaban, por el mes de abril de 1837, por la cercana villa de Villacadima. El caballo, por cierto, pertenecía al entonces Alcalde de la población, Isidoro Sancho.



   En la actualidad Tordelloso no tiene ayuntamiento y está agregado al municipio de La Miñosa. A lo  largo  del siglo  XIX estuvo  agregado,  al igual  que La Miñosa,  al vecino pueblo hoy conocido
como Cañamares, a secas, y que se llamó, hasta la segunda década del siglo XX, Cañamares de Atienza. La municipalidad de Cañamares administraba los bienes propios de Tordelloso, la casa taberna, el horno de pan cocer, la posada y, por supuesto, la dehesa de La Matilla, que pertenecía a todos los vecinos por igual. Hasta la década de 1880 en que Cañamares y Tordelloso pasaron a pertenecer a Las Miñosa. Poco antes de que esto sucediese nos lo presentaba Madoz con 64 habitantes, siete menos que cincuenta años atrás, cuando Sebastián Miñano sacó su Diccionario. Veintiún vecinos y medio, algo así como ochenta y cinco o noventa habitantes residían un siglo antes.

   Vecinos que celebraron a lo largo del tiempo, cada 4 de agosto, la festividad de Santo Domingo de Guzmán, con romería a la que acudían los pueblos vecinos, incluso de la villariega Atienza, a cuyo patronazgo se acogió la cofradía de ánimas y la fundación que don Melchor Somolinos fundase en los años finales del siglo XVIII para socorrer a los pobres de la localidad con una limosna anual.

   Los primeros años del siglo XX fueron dejando a la población sin habitantes. Muchos de ellos emigraron en los años finales del siglo XIX a Hiendelaencina, en busca de trabajo en la minería. Después, poco a poco, fueron buscando acomodo en la capital del reino, hasta no quedar en el pueblo, a fines del siglo XX, más que cinco o seis habitantes.

   A pesar de ello, mil años después de que apareciese, continúa su caserío al borde del antiguo camino salinero, hoy carretera, a la sombra del peñón de Atienza.

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