martes, junio 07, 2016

LA MINGAÑA. EL TRABALENGUAS MOLINÉS

LA MINGAÑA. EL TRABALENGUAS MLINÉS



DE CULTURA EN GUADA
Era un código secreto. La migaña o mingaña, fabla molinesa, servía durante el siglo pasado a esquiladores, tratantes, muleteros o colchoneros de esta zona de la provincia, para entenderse entre ellos y que nadie más aguzara el oído para enterarse de sus negocios y poder hacerles la competencia. Ahora, el historiador atencino Tomás Gismera Velasco acaba de publicar en librerías virtuales, un libro sobre esta jerga. Además de los oficios citados, Gismera añade a los chalanes. En definitiva, gentes de feria y oficios ambulantes que recorrieron, desde los pueblos de Guadalajara limítrofes con Aragón y Soria, muchos caminos con el fin de ganarse la vida, aunque fuera por pequeñas temporadas.





Dedica el libro Gismera a sus dos abuelos, Bernabé y Juan. Bernabé Gismera fue conocido en Atienza y parte de Soria, como ''el tío Soria', y dedicó su juventud a la chalanería, la muletería y la esquila, además de ser el último matachín de Atienza. Juan, heredero de artesanos atencinos del gremio textil, dedicó parte de su vida al vareo de la lana y a la colchonería. De ambos, recuerda Gismera, se conservan los útiles de trabajo en la casa familiar de Atienza.
Uno de los oficios en el que se hablaba la migaña era el de esquiladores. / Foto: http://valdecara.blogspot.com.es
Los dos conocieron y hablaron la migaña tal y como la hablaron los muleteros que llegaban a Atienza, los tratantes o los esquiladores; esa lengua extraña quedó reducida a Milmarcos y Fuentelsaz pero, en contra de la opinión generalizada, se extendió por toda aquella parte de la provincia de Guadalajara, desde los serranos pueblos de Atienza, hasta los límites de Molina de Aragón: por Maranchón, Hinojosa…

Gismera emparenta en esta obra la migaña con la gragería de los trilleros de Cantalejo. Igualmente habla de los parentescos entre la migaña y el caló. A lo largo del estudio recoge el trabajo de los oficios perdidos y la forma en la que se fue construyendo un lenguaje que ha perdurado hasta hoy. Recuerda, en este punto, que "son muchos los vocablos que han ido añadiéndose en los últimos tiempos, quizá tratando de dar empaque a la jerga".
Tras el estudio de la lengua, las jerigonzas, el trabajo de quienes la utilizaron o la composición del lenguaje, Gismera va desentrañando, hasta donde es posible, el origen de cada una de las expresiones que utilizaron aquellas gentes nómadas para designar los objetos de su vida. Así, cita el ajo -en mingaña, ricla-, el arroz -valenciano- la fruta -jalón o jalona-, la nieve -moncaya- y el tarín -moneda de los siglos XVII y XVIII-.

El libro se puede adquirir únicamente a través de las plataformas de las librerías digitales de Amazón,

No hay comentarios:

Publicar un comentario

No se admitirán mensajes obscenos, insultantes, de tipo político o que afecten a terceras personas.