viernes, septiembre 30, 2016

ALMIRUETE: JUAN DE DIOS BLAS Y LA ERMITA DE LA SOLEDAD



ALMIRUETE:
JUAN DE DIOS BLAS Y LA ERMITA DE LA SOLEDAD


Tomás Gismera Velasco



   Todavía puede leerse en una placa, ya algo gastada por el tiempo, sobre la arruinada ermita de la Soledad, de Almiruete, la dedicatoria que sobre ella colocó quien llevó a cabo su última obra: “Realizada a la memoria de Claudia Manada Vera por su esposo don Juan de Dios Blas y Martín, naturales de Almiruete, vecinos de Madrid”.

   Claudia Manada Vera, cuando se descubrió la placa e inauguraron las obras de restauración de la ermita, ya no se encontraba en este mundo, puesto que descansaba a la eternidad de los siglos en un cementerio de Madrid; sin embargo, a la inauguración de todo aquello sí que asistió el pueblo entero de Almiruete, y muchos vecinos de los pueblos aledaños, incluidas las autoridades de Tamajón, con los curas de las parroquias de la comarca y, por supuesto, con la presencia de quien financió las obras, don Juan de Dios Blas y Martín, como entonces de decía: “del comercio”; y su único hijo, Macario Blas y Manada, licenciado en Derecho y farmacéutico en ejercicio. Ocurrió el 22 de agosto de 1899.

   Pero, vayamos por partes, y comencemos por el principio; diciendo que Juan de Dios Blas y Martín, hijo del pueblo de Almiruete lo fue también de quien, en el momento de su nacimiento, era secretario del Ayuntamiento de la población. Cargo, el de secretario municipal que pasado el tiempo heredó nuestro protagonista.

   No está muy clara la fecha de su nacimiento, pues mientras por algunas partes se habla de 1835, por otras se le añaden diez años más a su vida, situándolo en 1825. De cualquier manera comenzó a destacar en su lugar de nacimiento mediada la década de 1860, cuando accedió al cargo de secretario municipal, al tiempo que comenzó a hacer sus pinitos literarios a raíz de un suceso que le marcaría, un robo ocurrido en la iglesia de Almiruete en el mes de octubre de 1868, y su inesperada resolución. Al respecto, cuentan algunas de sus escasas notas biográficas:

     D. Juan de Dios Blas era Secretario del Ayuntamiento y del Juzgado municipal de Almiruete, pueblo donde vio la luz primera.
   Un día, allá por el año 1868, apareció robada la iglesia y todos se dedicaron a buscar al ladrón; pero sólo D. Juan de Dios de Blas con certero instinto y verdadera habilidad pudo dar con él y echarle el guante. Más cuando ya le tenía seguro, el criminal rompió a correr y temeroso del castigo se suicidó en el campo dándose de navajazos a la vista de muchas personas.



   La prensa contó el robo y suicidio a la manera de los tiempos que corrían:

     Recayeron algunas sospechas en un mozo del pueblo porque se le había visto mucho tiempo al  pie de la iglesia, y no se sabía dónde estaba a la hora en que el robo debió verificarse. Llamado a declarar se le descubrió fraude en lo que decía y al fin, confuso y avergonzado, movido por las exhortaciones del señor cura, alcalde y testigos confesó que él era el autor del crimen prometiendo entregar los objetos robados. Le acompañó un hombre del pueblo a un huerto donde los tenía enterrados y apenas las descubrió emprendió la fuga. El que la acompañaba gritó “que se va el ladrón de la iglesia”, a cuyas palabras se alborotó el pueblo, y algunos que estaban trabajando en el campo salieron en su persecución. El desdichado criminal viendo que iba a ser cogido, sacó la navaja y se dio de puñaladas, falleciendo al poco rato”.

   Juan de Dios, en su obra, lo cuenta, también, a su manera, puesto que lo escribió en verso: A consecuencia del robo y suicidio del ladrón sacrílego –dice D. Juan de Dios Blas- las personas del pueblo en cuanto me veían me preguntaban cómo había sido que yo tuviera tal acierto para señalar al culpable, hacerle confesar su delito y demás hechos de la huida y suicidio del mismo. Y como esto se repetía a cada instante, formando corro a mi alrededor parra oír el relato del robo y suicidio, una noche cogí una pluma y empecé a hacer una relación en verso del drama, que impreso se repartió por los pueblos de alrededor, en los cuales había circulado la noticia del robo y suicidio del ladrón. Viendo que me había sido fácil escribir el romance en verso, empecé a escribir pensamientos, unos pareados y otros en cuartetas, en número de un centenar…





   Y de aquella manera tan sencilla se hizo popular en la comarca. Escribiendo romances, pensamientos y versos. Alcanzando a tanto su fama que, por ensanchar fronteras, tomó el camino de Madrid dejando atrás los cargos de responsabilidad en el municipio para ponerse a trabajar de dependiente en un comercio de ropa. Un bazar, el de San Antonio, en la calle de la Corredera Baja, que no tardaría en regentar, haciéndose con el traspaso del local y ampliando el negocio a toda clase de vestimentas, telas y objetos para la casa.

   Al tiempo que regentaba su comercio se dedicó a  publicar numerosos poemas y pensamientos en la prensa, del mismo modo que los regalaba a sus clientes. Siendo de alguna manera tomado a chanza por los ilustres periodistas y escritores de su tiempo:

   De manera que D. Juan de Dios Blas puede decir, como dijo Zorrilla y con mayor razón, que brotó al borde de la tumba de un malvado. Inescrutables misterios de la providencia, que saca un poeta de un crimen y otras veces permite que suceda lo contrario. Así como la nariz de Cleopatra varió la faz del mundo, el robo de la iglesia parroquial de Almiruete nos ha dado una serie de pensamientos en verso.

   Sus romances y poemas son, ciertamente, sencillos:

Es la conciencia campana
De grande voz y sonido
Que a todo el que ha delinquido
Le avisa tarde y mañana
Para que esté prevenido.
++++
El que a sí no se conoce
Comete faltas y errores
Faltando a sus superiores
En su trato, oficio o roce
Sin mirar si son mayores.
++++
Si es que tu secreto quieres
Que lo ignore tu vecino
No hay seguro más camino
Que ni al amigo le enteres
Aunque sea tu padrino

      La buena  marcha del Bazar de San Antonio de la calle de la Corredera le permitió abrir un segundo y más amplio local, el Bazar de La Latina, en la calle del Humilladero que, si hacemos caso a las crónicas de su tiempo, le hizo rico, dedicando parte de su fortuna a la  edición de sus obras en verso, así como de algún que otro libro de cuentos:
  
   Llegó a escribir y publicar más de 1.500 poemas distribuidos entre su clientela y dados a conocer a través de la prensa que, a finales del siglo XIX reconocía su labor:

   Juan de Dios Blas, he aquí un hombre que debiera ser admirado por los españoles y sin embargo son pocos los que reconocen su valer y menos aún los que proclaman su mérito.
   No figura en la lista de las eminencias entre los Gamazo, Canalejas, Moret, Navarro Reverte, Cos-Gryon etc., porque es de humilde condición y hoy día puede asegurarse que el ser presuntuoso sirve de recomendación. Quizá no haya podido acudir a las aulas universitarias y en estos tiempos se juzga por regla general a los hombres por las apariencias y recomendaciones, a pesar de que en todos los ramos y cuestiones administrativas acarrea tan funestos resultados el dejarse guiar por hombres de falsa reputación.
   Juan de Dios Blas es un hombre que habla con mucha modestia, estilo sencillo y claro, pero enseña y ha enseñado ya cosas de una importancia imponderable.
   Su manera de tratar las cuestiones financieras ha de influir grandemente en los destinos de España desacreditando a los libre-cambistas que tanto bien nos han prometido y tanto daño nos han causado con charlatanes como Castelar y Moret que lo mismo que en política nos han conducido a un abismo en asuntos económicos.

   Por aquellas fechas, cuando esto se escribía -1897-, falleció su mujer, ideando, como forma de que el pueblo la recordase y su memoria se mantuviese a través del tiempo, reconstruir la ermita de su pueblo. Reconstruir la ermita y restaurar las imágenes que se encontraban abandonadas en ella. Las obras concluyeron y se inauguró la ermita, como anteriormente señalábamos, el 22 de agosto de 1899. El propio Juan de Dios Blas se encargó de redactar el acta de inauguración, que es una especie de resumen de su vida y obra:

   En el pueblo de Almiruete, a 22 de agosto de 1899, siendo las ocho de la mañana y reunidos bajo la presidencia del Sr. D. José García Bayllo, cura ecónomo de esta parroquia de Nuestra Señora de la Asunción, los Sres. D. Luis Díaz, párroco de la villa de Mochales y antes de Palancares, y cura ecónomo de Almiruete; D. Desiderio Morena, cura párroco de Palancares; D. Pedro Hermías Cañamares, cura ecónomo de Jócar y Monasterio; D.  Luis Moreno y D. Mariano Moreno, alcalde y juez municipal respectivamente de este pueblo; D. Darío Beltrán de Heredia, farmacéutico de Tamajón; D. Casimiro Gómez Mínguez, natural de Tamajón y del comercio de Madrid;  D. Macario Blas y Manada, abogado y farmacéutico de Madrid y su señor padre D. Juan de Dios Blas y Martín, comerciante y propietario ambos naturales de Almiruete y vecinos de Madrid, y por el último, o sea por D. Juan de Dios Blas y Martín, se manifestó que habiendo solicitado del eminentísimo señor Cardenal Arzobispo de Toledo autorización para reconstruir a la memoria de su esposa Doña Claudia Manada y Vera (q.e.p.d.), la ermita titulada de la Soledad, que se hallaba completamente caída o derruida, y habiendo obtenido la autorización pedida para el indicado objeto en junio de 1898 tenía la satisfacción de entregarla concluida, habiéndose construido las paredes de cal y canto, el arco del altar de la Virgen y el de la portada, de piedra de sillería, e igualmente que tres hornacinas para colocar en ellas las imágenes que más adelante se dirán. Las maderas de la techumbre y las que sostienen el cielo raso son de buena calidad, como asimismo la teja, yeso y baldosín empleados en dicha ermita, y las correspondientes puertas de dos hojas de la entrada.

   También hizo entrega a la vez que de la ermita, de tres pasos restaurados y pintados, que hace más de cincuenta años que estaban y recibían culto en esta ermita antes que viniera a ruinas y cuyos pasos se titulan: La Virgen de la Soledad, Jesús atado a la columna y Jesús con la Cruz a Cuestas. Igualmente entregó restauradas y pintadas tres imágenes que hace dos siglos no recibían culto y yacían arrinconadas en la iglesia desde que desaparecieron las ermitas, en el siglo XVII y en el XVIII, tituladas: una de San Miguel Arcángel, que recibía culto en el siglo XVI en una ermita en el sitio llamado de Las Huelgas, frente al Terrerón, en este término municipal; otra de San Sebastián, que estuvo en ese siglo y en el XVII en la ermita del cerro de su nombre, y donde todavía se ven las ruinas, y otra, Santa María Magdalena, que estaba y recibía culto en el siglo XVI en una ermita, en el sitio que aún lleva su nombre en el Cotorrillo. En esta remota época, la religiosidad de este pueblo tenía además otras dos ermitas dedicadas una a Santiago Apóstol y otra a un humilladero; cuyas imágenes no se han hallado y cuyos  nombres, si se conocen, es debido a existir terrenos denominados con la invocación de estos santos (y a escritos también).

   Y para las tres imágenes halladas se han construido en la ermita de la Soledad tres hornacinas de piedra de sillería, los arcos de las mismas, y el resto de cal y canto guarnecidas de yeso.

   Al mismo tiempo de entregar la ermita y las seis imágenes restauradas y pintadas, entregó también un cáliz, vinajeras, seis candeleros de metal dorados y dos de cristal, una cruz de metal blanco, un atril de metal dorado, casulla blanca, alba, amito, corporales, sábana de altar, ángulo, floreros artificiales para todas las imágenes y todo lo demás necesario para empezar a dar culto en dicha ermita, y que constará en inventario hecho por separado.

   Y después de esta entrega, revestidos los señores sacerdotes, por el señor cura ecónomo, D. José García Bayllo, se procedió a la bendición, tanto de las seis imágenes, como de los objetos entregados para el culto; y acto seguido, y después de convocado el pueblo por un repique general de campanas, y reunido todo él a los muchos individuos que habían concurrido de los pueblos circunvecinos, se llevaron las seis imágenes en procesión a la referida ermita desde la iglesia parroquial, y previa la delegación del eminentísimo señor cardenal arzobispo de Toledo, el señor cura ecónomo, acompañado de diácono y subdiácono, bendijo la ermita y en ella se dijo Misa solemne acompañando la orquesta de Tamajón, cantándose después  un Te Deum en acción de gracias por tan religioso y fausto suceso.

   Por la tarde se cantó una Salve y despedida a la Virgen en la  ermita, y a continuación fueron entregados por el Sr. D. Juan de Dios Blas, para que se conserven en el archivo que a este fin se ha construido en la  ermita, las obras siguientes:

  1ª Un folleto escrito por D. Juan de Dios Blas en 1870, combatiendo al ateo Suñer y Capdevila; otro titulado “El librecambio ante la realidad y los hechos”, escrito en 1891; otro titulado “El debe y haber de la nación”, publicado en 1892; y otro titulado “El Canal de Jarama y la Exposición Universal”, publicado después, y que todos estos folletos forman un tomo encuadernado.

   2ª Cincuenta y dos ejemplares, cincuenta en rústica y dos encuadernados, de la obra titulada “los cuentos de viejo”, aprobada por el señor obispo de Madrid-Alcalá, y por el Consejo de Instrucción Pública como libro de texto.

   3ª Cuatro ejemplares, dos encuadernados y dos en rústica, del folleto titulado “Desastres financieros”, en el cual dijo D. Juan de Dios Blas, un mes antes de declararse la guerra con los Estados Unidos, que perderíamos a Cuba, la escuadra, nos impondrían indemnización y quedaríamos arruinados, como así ha sucedido, por desgracia.

   4ª Treinta y siete ejemplares de un librito titulado “Las confesiones de Arnaldo y Veremunda”.

   5ª Cien ejemplares de una colección de 188 pensamientos sociales, morales y religiosos, en donde se combaten en verso al socialismo, al ateísmo y los principios antirreligiosos.

   6ª Tres ejemplares en rustica del folleto titulado “El debe y el haber de la nación”, y dos ejemplares del opúsculo “El Canal de Jarama y la Exposición Universal”.

   7ª Un tomo en donde, pegados y adheridos a pliegos de papel y encuadernados después, constan la mayor parte de los artículos que ha escrito D. Juan de Dios Blas, tratando las cuestiones de hacienda, las sociales y las religiosas, y cuyos artículos, especialmente estos últimos, se han publicado en periódicos sujetos a la censura eclesiástica.

   Y es la voluntad de D. Juan de Dios Blas que las citadas obras se conserven en el archivo de la ermita, y cada año se de como regalo o premio un ejemplar de “Los cuentos de viejo”, de las conferencias de Arnaldo y Veremundo, o de los Pensamientos, al niño que en la escuela y en el examen anual se halle más adelantado.

   Siendo el deseo del donante que se conserven dichas obras en el archivo de la ermita, suplica y ruega al sacerdote encargado de la parroquia que en el caso que desparecieran más ejemplares que premios otorgados a los niños, o hubiese peligro de pérdida de ellos, los traslade al archivo de la iglesia.

   Y por último, se declara que ha quedado depositado en el archivo de la ermita, además de las obras citadas, un número del periódico El Despertar Nacional, fundado y publicado por D. Juan de Dios Blas en 1º de enero de 1870.

   Y para que conste firmamos la presente por triplicado, que quedará un ejemplar en el archivo de la ermita, otro en el parroquial y otro que conservará D. Juan de Dios Blas o su familia.- José García Bayllo. – Luis Díez.- Desiderio Morena.- Pedro H. Cañamares.- Luis Moreno.- Mariano Moreno.- Casimiro Gómez.- Juan de Dios Blas.- Macario Blas y Manada.- Darío Beltrán.- Es copia sacada del original literalmente. Juan de Dios Blas.





   Todavía continuó escribiendo sus “pensamientos”. Un año antes de fallecer dio a la imprenta lo que sería su último trabajo “Herencia que va a dejar esta guerra a la Europa y al Mundo entero”, editado con ocasión del final de la Primera Guerra Mundial, ya que corría el año de 1918; y con anterioridad a esto había dejado escrito un curioso artículo mediante el que desmadejaba los impuestos que pagaban los españoles por provincias y regiones con un apartado sobre lo que se pagaba en Madrid y en Barcelona, al hilo de uno de los muchos intentos de separatismo que, tras dar cuenta de que los madrileños pagaban a la hacienda pública prácticamente el doble que los catalanes, concluía diciendo, al hilo del coste de los productos, que se dispararía tras una eventual independencia, o anexión a la república francesa, que era lo que entonces pedían los catalanes: “Estamos seguros de que no habrá un fabricante que esté en su cabal juicio que pida la separación de Cataluña de la madre patria”.

   Murió en Madrid, el 28 de julio de 1919. La prensa se hizo eco de su fallecimiento:
Juan de Dios Blas. Otro amigo que desaparece, después de haber consagrado su larga vida a un trabajo honrado y constante, merced al que consiguió reunir una fortuna que unida a su nombre honorable lega a su desconsolado hijo D. Macario.
   Don Juan de Dios Blas, que contaba con 84 años era natural de Almiruete donde hace bastantes años desempeñó el cargo de secretario, logrando en cierta ocasión descubrir al autor de un robo que se realizó en la iglesia de dicho pueblo.
   Marchó después a Madrid donde estableció el bazar de San Antonio, establecimiento que alcanzó gran crédito a los pocos años.
   A más de un comerciante inteligentísimo, D. Juan de Dios Blas versificaba con gran facilidad y no pocos trabajos suyos vieron la luz en las columnas de nuestro periódico.

   A pesar de todo lo que dejó escrito su obra más conocida fue la titulada “Cuentos de Viejo”, publicados en 1887, haciendo memoria de los que, una noche lejana de 1843, le contó un supuesto viajante llegado a Almiruete y a quien, una noche de invierno, sus padres le abrieron la puerta de su casa. Relatos con moraleja, a la moda de la mitad del siglo XIX, que nada tienen que ver, sin embargo, con la provincia de Guadalajara ni, mucho menos, con la serranía guadalajareña de la que nunca se olvidó, como lo prueba aquella reconstrucción de una ermita que, al día de hoy, se encuentra perdida en el tiempo, y enmarañada en la ruina.

   Su obra principal quedó resumida en apenas una docena de volúmenes:

   --Desastres financieros. La deuda pública: La unificación y extinción. (Madrid, 1898)

   -Las conferencias de Arnaldo y Veremundo y relación de monumentos y establecimientos más notables de Madrid, y su antigüedad. (Madrid, 1892)

   -Impugnación a las doctrinas del folleto de Suñer y Capdevila. (Madrid, 1870)

   -Memoria acerca de lo que son las casas de préstamos sobre prendas, sus productos, gastos y riesgos, y de la influencia que ejercen en la vida social.  (Madrid, 1884)

   -El debe y haber de la nación comprende la exportación de productos que hacemos al extranjero. (Madrid, 1892)

   -Pensamientos sociales en verso. (Madrid, 1911)

   -Los cuentos del viejo. (Madrid, 1887)

   -Mil pensamientos o máximas morales, sociales, religiosas, económicas, astronómicas y filosóficas, tratando de la mayoría de las acciones humanas y de los fenómenos que se observan en la Naturaleza de los seres creados. (Madrid, 1902)

   -Maravillas de la creación. (Madrid, 1907)

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