domingo, enero 15, 2017

ATIENZA, ESTACIÓN DE PASO. CUANDO ATIENZA PERDIÓ EL ÚLTIMO TREN



ATIENZA, ESTACIÓN DE PASO.
CUANDO ATIENZA PERDIÓ EL ÚLTIMO TREN,
O cuando el Conde de Romanones incumplió su promesa


Tomás Gismera Velasco

   Es más que probable que la comarca de Atienza hubiese experimentado un gran cambio de haber tenido a sus puertas una estación de tren.
 
   Y no fueron pocas las ocasiones en las que, autoridades, industriales y pueblo en general, solicitaron que las vías férreas, desde que estas se inventaron, trazasen su línea de hierro por Atienza, haciendo de la villa una de las estaciones de paso a cualquier parte. Principalmente, hacía Sigüenza, ya que la línea férrea proyectada mediado el siglo XIX para unir Madrid con Zaragoza y más tarde con Barcelona, tenía un alto en la ciudad episcopal. Muy a pesar de que las mayores industrias de la provincia, en aquellos tiempos, las minas de plata de Hiendelaencina y las salinas de Imón, La Olmeda, etc., se encontraban quizá más cerca de Atienza que de Sigüenza, sin embargo, caprichos de la naturaleza, el desarrollo de la primera vía férrea aconsejaba, por economía, seguir el actual recorrido desde Madrid a Zaragoza, por Sigüenza.

   Los primeros estudios para el trazado de una vía férrea con estación en Atienza se comenzaron a elaborar en 1856, mientras se trazaba la de Madrid a Zaragoza, y en pleno auge minero de Hiendelaencina. Cuyas explotaciones mineras no se reducían a aquella localidad, sino que continuaban por poblaciones vecinas, como Membrillera, Robledo de Corpes o La Bodera.





   En el mes de mayo de 1856 don José María de Torquemada recibió la autorización real necesaria para llevar a cabo el estudio referido que uniría, vía férrea, las localidades la villa de Atienza con la ciudad de Sigüenza. Vía férrea que tenía su punto de partida en Jadraque, desde donde a través de Hiendelaencina enlazaría con Atienza para continuar hacía las salinas de Imón y de La Olmeda y desde estas se enlazaría con la estación de Sigüenza. Se trataba de abaratar los costes de transporte de la plata y de la sal, ya que hasta entonces tanto la una como la otra salían de sus respectivas localidades en carros, con el coste que ello suponía.

   La autorización real la podemos encontrar en los diversos boletines oficiales, entre ellos el de Guadalajara:

      Con esta fecha digo al Director general de Obras Públicas, lo que sigue:
   Iltmo. Sr.: La Reina (q.D.g.), se ha servido acceder a una instancia de D. José María Torquemada, autorizándole para hacer los estudios de un ferro-carril que partiendo desde Atienza y pasando por Hiendelaencina empalme con el que desde esta corte se dirige a Zaragoza, entendiéndose todo conforme al artículo 45 de la ley general de ferro-carriles, por término de diez meses y sin derecho a la concesión, ni indemnización alguna.
   De Real orden lo traslado a V.S. para su conocimiento. Dios guarde a V. S. muchos años. Madrid, 7 de mayo de 1856.- Escosura.- Sr. Gobernador de la provincia de Guadalajara.

   Probablemente, los elevados costes del trazado hicieron desistir a Torquemada del proyecto, ya que no se volverá a tener noticias de este primer, y fallido intento por enlazar Atienza por ferrocarril con el resto del mundo provincial.

     La segunda ocasión en la que se trata de abrir una línea férrea, tras el fracaso anterior cuyo estudio no llega a materializarse, sería en 1860:

   El Excmo. Sr. Ministro de Fomento, con fecha 19 del actual, comunicó al Ilustrísimo Sr. Director general de Obras públicas la Real orden siguiente:
   Ilmo. Sr. Accediendo S. M. la Reina a lo solicitado por D. Miguel Martínez, vecino de Madrid, ha tenido a bien autorizarle por el término de seis meses, para verificar los estudios de un ferrocarril desde Hiendelaencina a Imón, pasando por Atienza; en el concepto de que por esta autorización no se confiere derecho alguno al peticionario de la concesión o camino ni indemnización de ningún género por los gastos que el referido estudio le ocasionen, reservándose el Gobierno la facultad de conceder iguales autorizaciones a los que las soliciten y elegir entre los proyectos el que juzgue más conveniente a los intereses del país.

   Todavía, tras este segundo fracaso, tendría lugar un tercer intento en 1862:

   Por el Ministerio de Fomento se expidió con fecha 27 de septiembre la Real orden que sigue, comunicada en el mismo día al Iltmo. Sr. Director general de Obras Públicas:
   Accediendo la Reina (q.D.g.), a lo solicitado por D. Evelio de Arias y Escobar, vecino de Madrid, ha tenido a bien autorizarle por el término de ocho meses para verificar los estudios de un ferrocarril, que partiendo desde Madrid a Zaragoza vaya a terminar en Atienza, con enlaces en Hiendelaencina e Imón; en el concepto de que por esta autorización no se confiere derecho alguno al interesado a la concesión del camino, ni a indemnización alguna por ningún género de gastos que los referidos estudios le ocasiones, reservándose el Gobierno la facultad de otorgar la concesión si lo creyese conveniente o de elegir entre los proyectos que juzgue más ventajosos a los intereses del país; teniendo presente al mismo tiempo los particulares creados por anteriores concesiones.









   El cuarto correspondería al mes de septiembre de 1865, nos lo dan a conocer diversos medios de comunicación con fecha del 24 de dicho mes y año, devolviendo la esperanza a la comarca:

   Se ha comunicado a los señores don Gregorio C. Villamil y don Eduardo de Mariátegui la real autorización para poder practicar los estudios de dos tranvías que partiendo en la vía de Madrid a Zaragoza, uno de la estación de Jadraque y otro de la de Sigüenza, terminen respectivamente el primero en Hiendelaencina y el segundo en Atienza. Las nuevas vías, facilitando los medios de transporte a precios sumamente económicos, se cree están llamadas a prestar grandes servicios, tanto a las sociedades mineras de Hiendelaencina, como a las abundantes salinas de Imón, que son acaso las mejores salinas de agua que hay en España.

   Ninguno de estos intentos prosperó, como tampoco las iniciativas de llevar a cabo una red de carreteras que contribuyese a llevar a cabo un transporte más seguro y cómodo, fijado en la producción industrial de la parte norte de la provincia, que por aquellos años estaba centrada en la minería en torno a Hiendelaencina, y la sal, principalmente la de la comarca de Atienza-Sigüenza, lo que haría escribir al entonces Ingeniero Jefe del Distrito de Guadalajara, Sergio Yegros:

      Los gobiernos que con tanta solicitud promueven las obras públicas, y los pueblos que con tan buena fe contribuyen a su ejecución, comprendiendo que sin ellas es imposible el desarrollo de la riqueza general y el adelantamiento de todas clases, no han parado mientes en la importancia que la minería tiene entre nosotros (en la provincia de Guadalajara), y que después de la agricultura, ninguna otra industria puede proporcionarnos el aumento de riqueza que con razón anhelamos. Se han emprendido y están a punto de terminarse las vías férreas que cruzan todo nuestro suelo, y a pesar de que se conoce que su principal sostén se halla en la adquisición de carbón y del hierro baratos, ni una siquiera de estas líneas se ha estudiado con relación a alguno de los criaderos principales que tenemos reconocidos en varios puntos.
     Las carreteras de primero y segundo orden, todas se han emprendido como aquellas para favorecer el comercio principalmente, y hasta para las vecinales vemos con pesar que para nada se tiene en cuenta nuestra industria. En esta provincia (Guadalajara), por ejemplo, hay en construcción cuatro o cinco carreteras y en estudio otras muchas, sin contar las que hay ejecutadas, y ni una sola toca en Hiendelaencina y en los pueblos donde está la fabricación y explotación de estos riquísimos hierros, ni en las abundantes salinas, ni en las canteras del partido de Atienza, etc. Todo se ha atendido menos la minería; se pondrá pronto la comunicación con el ferrocarril de Zaragoza con esta capital (Guadalajara), los baños de Trillo y los de la Isabela; se facilitará pronto también la extracción de los caldos y cereales de toda la Alcarria, y hasta los favorecidos habitantes del valle del Henares disfrutarán de su canal de riego y su carretera unida con la de Somosierra y el ferrocarril de Madrid-Zaragoza. La minería como si no existiera; como si ningún producto pudiera darnos, está aquí olvidada, y sufriendo las consecuencias de este olvido o desdén. Esto tiene su natural explicación: después del vértigo que todos experimentamos a poco de descubrir la riqueza de Hiendelaencina, vino la reacción, y como sus productos no han satisfecho sino a muy pocos, o se la mira con miedo por las víctimas que hizo aquel desbordamiento, o se cree por otros que por ser forasteros la mayor parte de sus afortunados poseedores, no se debe ayudar a su desarrollo y prosperidad. Así sucede que al otorgar las diputaciones provinciales sus recursos para la apertura de carreteras se discute con detenimiento la importancia de tal o cual localidad, por su comercio, por su agricultura, por su ganadería, etc., porque de todos estos ramos hay representaciones en aquellas corporaciones, en los consejos provinciales y en todas las oficinas por donde tienen que pasar los expedientes; pero la minería, que está aislada, huérfana de sus patrocinadores naturales, que son los ingenieros de minas, no tiene quien la represente en sus necesidades…

   Siendo tal vez, en cuanto al ferrocarril se refiere, la ocasión en la que más cerca se estaría de llevarse a cabo, al coincidir con el nuevo y gran “Informe relativo a los Ferrocarriles del reino”, en el que se estudiaban minuciosamente las conexiones, poblaciones e industrias a las que debía de llegarse por aquel medio de transporte que comenzaba a avanzar en España. El informe, elaborado por D. Francisco Coello en el mes de mayo de 1865, dividía en partidos el reino, ajustando la provincia de Guadalajara con la red del Nordeste, que debía enlazar con la del Norte, en la llamada línea de Soria:

   Esta línea se halla comprendida en los anteproyectos de la Comisión y Junta consultiva de Ingenieros, proponiéndose en ambos su prolongación hasta Castejón, donde se reúnen las líneas de Zaragoza a Alsásua y de Bilbao… La Junta consultiva, después de analizar ligeramente los varios proyectos estudiados en esta zona, se decide por la línea que partiendo de Baides, a 123 kilómetros de Madrid, se dirige por Soria a Agreda y Castejón, cuya longitud es de 198.691 metros, con un presupuesto de 232.537.899 rs., según los estudios presentados; se funda muy principalmente en que partiendo de Torralba, que está ya en la cuenca del Ebro, hay que vencer otra divisoria para pasar a la del Duero, y que así no se evita el inconveniente principal, alargando las comunicaciones con Soria, y reduciendo el acotamiento que se trata de conseguir en las de Francia y Navarra.
   Nosotros, antes de emitir nuestra opinión, vamos a describir los diferentes estudios practicados en esta zona, para fundarla luego más fácilmente. El primero se separa en Baides del ferrocarril de Zaragoza, y sigue las orillas del río Salado, que cruza repetidas veces, pasando cerca de Vianilla, Huérmeces, El Atance, Santamera, Imón y sus importantes salinas, dejando a 3 kilómetros las de La Olmeda de Jadraque, y después próximo a La Barbolla, La Riba de Santiuste, Querencia, Tobes, Sienes y Valdelcubo, asciende sin dificultad a la divisoria con el Duero, que se halla en los confines de la provincia de Soria, empleando sólo pendientes de 15 a 16 milésimas y grandes desmontes, pero sin necesidad de túnel, aunque se proyectan 5 de 100 a 500 metros, para salvar algunos ligeros contrafuertes en la subida…[1]

   Un nuevo intento tendría lugar en los comienzos del siglo XX, enmarcado dentro de la red de ferrocarriles secundarios, trazándose y sacándose a subasta y conocimiento público la elaboración de un estudio que se ajustase a la propuesta de llevar a cabo la unión ferroviaria con la línea de Madrid a Zaragoza, desde la estación de Jadraque a la de Sigüenza, pasando por Atienza, Imón y Hiendelaencina, conforme al estudio ferroviario que se proyectaría el 7 de septiembre de 1904.





   Y todavía llegaría uno más, el último, entre 1918 y 1919, que en parte paralizó la crisis que siguió a la conclusión de la I Guerra Mundial, ya que el proyecto, mucho más ambicioso, proyectaba enlazar la vía férrea de Sigüenza con una nueva que a través de Soria y Logroño enlazase con las vías del Norte, llegando a unirse con las de Francia. Se trataba de lo que se llamó “ferrocarril internacional”, que uniría España con Francia y el resto de Europa y cuyo trazado arrancaría en Algeciras para, atravesando la totalidad de España, tener su estación terminal en París.

   Aquella impresionante obra no sólo beneficiaba a la provincia de Guadalajara y con particularidad a las poblaciones por las que las vías férreas habían de pasar, desde Madrid a Guadalajara y desde aquí a Cogolludo, Hiendelaencina, Atienza, la provincia de Soria, Logroño, Pamplona…, por lo que todas ellas se movilizaron en busca del anhelado proyecto que, claro está, se alejó mucho de nuestras tierras.

   Quizá es este el que más datos nos ha legado, puesto que todas las fuerzas populares de Atienza se pusieron de acuerdo para que no se escapase la ocasión: industriales, políticos y agricultores se pusieron de acuerdo para dar un recibimiento apoteósico a los ingenieros que llegaron a la villa para conocer el terreno. Nos lo cuenta la prensa de la época, que es quizá mejor notario de la actualidad de un tiempo, que cualquier cronista, pasado aquel:

   El recibimiento hecho por este pueblo (de Atienza), a los señores Machimbarrena, Ruiz y López, ha sido entusiasta, tan entusiasta como quizá no se haya hecho nunca otro por este vecindario.
   Son estos señores los Ingenieros que el Gobierno envía para conocer el terreno sobre el cual ha de tenderse la vía para el ferrocarril internacional; apenas se tuvo noticia de su llegada el pueblo entero acudió a recibirlos. La banda de música amenizó el acto y de vez en cuando salían atronadores vivas hacía estos señores.
   Parecía que este sencillo vecindario despertaba alegremente al progreso, encarnado hoy por los enviados por el Gobierno, después en el ferrocarril, que ha de llegar hasta sus puertas y que traerá la vida para todas estas cercanías.

   Tenía aquello lugar en el mes de marzo de 1919. En días próximos a las ferias de San José, concretamente sucedió el día 11, y para recibirlos, desde Madrid, se había trasladado el político más influyente que Atienza ha tenido, don Bruno Pascual Ruilópez, quien atendió personalmente a los Ingenieros, trasladándolos de un lugar a otro en su propio automóvil. En este los recogió en Sigüenza, en su casa se les atendió, y cumplida la misión el propio don Bruno los llevó nuevamente a la estación de origen.

   Eran aquellos los mismos que en Madrid se encargaban del proyecto del tren suburbano. Del Metro, cuya línea 1 ya se había abierto con indudable éxito.
   Don Bruno se había volcado de tal manera en el proyecto que cuando comenzó a hablarse de la línea férrea hizo cuanto estuvo en su mano para que Atienza tuviese un papel protagonista. Papel el de don Bruno que fue reconocido por Atienza en el otoño de 1917.

   En el mes de octubre, dados los pasos que Pascual Ruilópez llevaba dados, y el Casino de la Unión, recibió un sencillo y merecidísimo homenaje contado para la posteridad por uno de los personajes más influyentes, culturalmente, de la Atienza de la época. Quien por entonces fuese director de la oficina de Correos, Manuel López  Matute, casado  en Atienza con una hija de quien fuese conocido veterinario, Francisco Espeja.

       El día 12 de octubre del año último, en el Salón del Casino de este pueblo, reuníanse unos amigos, espontáneamente para corresponder con una cena al señor D. Bruno Pascual Ruilópez por el interés que puso en proyecto que tantos beneficios podía reportar a esta ilustre villa que le vio nacer.
   Allí, sin previsión alguna, y en éxtasis sincero, brotó la musa popular. Canciones que inspirara el deseo ferviente, el amor sublime, el anhelo legítimo de vida, de redención, a un pueblo que agoniza tal vez al desencanto de su actualidad, en sus pasadas glorias.
   Porque Atienza, si, ha estado entumecida muchos lustros por su mala ventura y esa noticia fue la expresión diáfana del pueblo; la que vigorosa triunfa y al estallar ruda, como un sentimiento, cristalizó en un lema: “Todo por Atienza y para Atienza”.
   El recuerdo de aquella noche memorable ha quedado esculpido en mármol, que perpetuará la memoria de ese su hijo querido y que cual claro horizonte, llega como una esperanza.
   A su ilustre hermana, que entre nosotros queda, como algo nuestro, la he visto confundida con el pueblo, en el solemne momento del descubrimiento de la lápida. Por su rostro resbalaban tranquilas las lágrimas y he sentido emoción.
   Eran lágrimas que expresaban un cielo de ternura y gratitud.

   La crónica, publicada en el semanario seguntino La Defensa, el 9 de septiembre de 1918 era el preludio de lo que llegaría después, con la dedicación de la plaza de San Juan a su  memoria. Acto que tendría lugar el 1º de septiembre de ese 1918. Junto a don Bruno Pascual otros personajes de Atienza trabajaron a favor del proyecto, involucrándose decisivamente, entre otros, el entonces diputado provincial, y concejal del Ayuntamiento, don Luciano Más Casterad a quien se debe la movilización provincial.

   Que la provincia de Guadalajara y no sólo la comarca de Atienza estaba volcada en el proyecto lo vemos a través de la prensa. El 1º de marzo leemos en El Liberal Arriacense:

   Ocupa estos días la atención de nuestros representantes provinciales una cuestión altamente beneficiosa para los intereses de la Región, ligada también a altos intereses nacionales. Se trata de la aprobación por el Congreso del anteproyecto para construir el ferrocarril Dax, Algeciras, Madrid, directo a la frontera francesa.
   Tiene también para nosotros este proyecto dos aspectos a cual más interesantes; es el primero el que se refiere a la construcción de un ferrocarril directo entre Madrid y París, gracias al cual podrá hacerse el recorrido entre estos dos puntos en dieciséis horas escasas. En este sentido, el ferrocarril cuyo proyecto se estudia tiene un interés internacional y resuelve uno de los problemas de relación inmediata y rápida con las naciones amigas.

   El otro aspecto, que nosotros hemos de examinar con detenimiento y apoyar con todas nuestras fuerzas, claro es que dentro de la modesta esfera en que nos movemos, es aquel aspecto que, gracias al cual, regiones y comarcas para nosotros muy queridas, pueblos de la Sierra, de nuestros distritos, que hasta ahora carecían de estaciones próximas de ferrocarril, se ven incluidas en el número de poblaciones que a consecuencia del progreso, pueden disfrutar de los beneficios de este ferrocarril…

   En Guadalajara, para movilizar el proyecto, se formaría una comisión presidida por el entonces presidente de la Diputación provincial, don Ramón Casas, contando con los elementos más notables de las poblaciones de Cogolludo y Atienza, las dos localidades principalmente beneficiadas. Por estas, las distintas comisiones estaban presididas por su alcaldes y en ellas intervenían, por la de Atienza, además de la primera autoridad municipal, representantes de la industria, de la cultura y, como un añadido, los presidentes de los dos casinos entonces en funcionamiento, La Unión y el Recreativo del Obrero. También el médico don Pedro Solís.

   El tráfico ferroviario sería de 12 trenes diarios, para los que se tendería una línea eléctrica, puesto que aquél tren ya sería eléctrico. Las obras se presupuestaban en la increíble cantidad de 354 millones de pesetas de aquel tiempo. Cantidad absolutamente impresionante. Como lo eran las cifras del movimiento de tierras y, por supuesto, de hombres que serían necesarios para llevar a cabo tan colosal obra. El tramo del que Atienza formaba parte, de Madrid a la frontera, constaba de 440 kilómetros:

   … se construirá de doble vía de ancho internacional, con tracción eléctrica… cruzará la provincia de Guadalajara próximo a los pueblos de Usanos, Puebla de Beleña, Hiendelaencina y Atienza…

   Para generar la electricidad necesaria se aprovecharían los cauces del Bornoba y del Tajo, y el  presupuesto de obras, solamente para el tramo provincial, superaba los 70 millones de pesetas.  

   El 24 de febrero de 1919, a fin de dar muestra del interés de Atienza, y de Guadalajara, en el proyecto, la comisión del ferrocarril se trasladó a Madrid con intención de entrevistarse con los ministros que debían decidir, e incluso con el propio Rey Alfonso XIII.

   De Atienza salieron los comisionados, encabezados por el Alcalde, don Eugenio Aguilar, a quien acompañaban el  concejal Lucas Sanz y el secretario, Anastasio Ortega –padre de quien años adelante sería también Alcalde de Atienza, Julián Ortega Asenjo-, don José María Giner, titular del estanco, entre otros negocios, representaba a los industriales de Atienza; Timoteo Somolinos al Casino de la Unión; Juan Benito Arribas Hijes al del Obrero y, como personaje relevante los acompañaba el médico don Pedro Solís. Por la Diputación de Guadalajara su presidente, don Ramón Casas, y don Luciano Más en su doble papel de concejal y diputado por Atienza.

   Por espacio de dos días recorrieron cuantos despachos les fue factible, concluyendo la misión con un recorrido por la prensa, de la que nos da cuenta el periódico madrileño El Globo, en cuya redacción se dieron cita en la mañana del día 27:

   Nos manifestaron haber visitado en la mañana de ayer al diputado por el distrito Sr. Abril Ochoa, quien les acompañó al Ministerio de Estado, recibiéndoles allí el presidente del Consejo, que les hizo objeto de una calurosa acogida dándoles la seguridad de que podían estar satisfechos
en sus justas aspiraciones, pues el ferrocarril directo dejaría de serlo si no pasase, como ellos desean y se halla dispuesto en el trazado, por Atienza.

   Los comisionados nos manifestaron su satisfacción por el resultado de la visita al Conde de Romanones, que inspirándose en sentimientos de justicia y obrando cual debía, dio su firme palabra a la Comisión de que serían satisfechos en su razonada pretensión.
   El Globo, que como es notorio, es consecuente con sus campañas y ampara en sus columnas todo aquello que es justo y equitativo, se felicita del éxito que en su gestión han obtenido los comisionados, a los que promete apoyarlos en sus peticiones, que como era de desear han encontrado eco en el pensamiento del presidente del Consejo de Ministros –Romanones.

   No sólo los de Atienza acudieron a Madrid, también lo hicieron los de Cogolludo, así como representaciones de las provincias de Soria, Logroño y Navarra. El semanario provincial Flores y Abejas dio cuenta de que nuestros paisanos de Atienza llegaron incluso a ser recibidos por el Rey, lo que no se llevó a efecto. No obstante, volvieron a Atienza con  la promesa del Conde de Romanones de que, efectivamente, el tren pasaría por Atienza y en días próximos llegarían los ingenieros a la  villa para estudiar el trazado.





   Los ingenieros, efectivamente, llegaron a Guadalajara el día 6 de marzo. En la capital de la provincia se detuvieron por espacio de dos horas para entrevistarse con el Gobernador civil y los representantes de Obras Públicas. Desde Guadalajara salieron camino de Sigüenza con el empeño, trazado por el Gobierno, de acometer las obras con urgencia. Desde Sigüenza llegaron a Atienza, como anteriormente contamos, el día 11, y desde Atienza, tras la vuelta a Sigüenza, continuaron hacía la provincia de Soria.

   Para el mes de noviembre de ese 1919, el proyecto había quedado definido, también nos lo cuenta la prensa:

   Han terminado en nuestra provincia los trabajos de campo del ferrocarril directo de Madrid a París por Atienza, Paredes y Pamplona.
   Las variaciones hechas en el trazado por el collado de Bochones, favorecen a Guadalajara y a todos los pueblos de la cuenca del Henares.
  
   Pero ya se nos advertía de  un peligro inminente:

   Las provincias de Segovia, Burgos, Palencia y San Sebastián trabajan porque no se construya el ferrocarril directo por Guadalajara, Soria y Pamplona y proponen el trazado Madrid, Segovia, Burgos, Irún, París, pero debe esperarse que las provincias a que afecta el trazado directo Madrid, Guadalajara, Soria y Pamplona, sabrán justificar que el interés general en esta línea Europea está por encima de los intereses regionales.





   Pocos días después el senador por la provincia, don José Antonio Ubierna, natural de Argecilla, defendió en el Senado el trazado de la línea por Atienza, cuando ya todo indicaba que las provincias de Segovia, Burgos y San Sebastián, nos habían ganado la partida.

   Y Atienza, en aquel mes de noviembre de 1919, perdió, definitivamente, el último tren. Al Gobierno del Conde de Romanones se lo ganaron las provincias limítrofes. Atrás quedó la lucha, a brazo partido, de Bruno Pascual Ruilópez, de Eugenio Aguilar y de Luciano Más Casterad, entre otros, por llevar a Atienza el progreso merecido.

   Así pues, no fue, como tantas veces en Atienza se ha repetido, aquello de que el tren no llegó porque algunos agricultores se opusieron a que el trazado les quitase un surco de tierra; sino que la política, tan caprichosa en ocasiones jugó su partida, y Guadalajara, y con ella Atienza, la perdió.  


[1] Informe sobre el plan general de ferro-carriles de España, emitido por la Junta de Estadística. Madrid, 1865.

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